#OPINIÓN Orgullo venezolano #17Ago

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Podría escribir de otra cosa y, dirá más de uno, debería. No lo culpo. De esas urgencias de nuestra cotidianidad o de las debilidades de la política para darles respuesta. Sin quitarles importancia quiero ir a algo que está en el trasfondo. Tenerlo más presente, nos haría menos difícil encarar la realidad, como lo hacen muchísimos compatriotas sin que reparemos en ellos y sin que ellos mismos aprecien lo que valen.

Del día solo diré que hago votos porque el proceso Oslo-Barbados de resultado. No porque confíe que no es el caso, sino porque el país entero lo necesita. Sus ventajas no serán automáticas, pero serían enormes los sufrimientos que nos ahorrarían, a todos.

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La partida de Carlos Cruz Diez desató elogios y reconocimientos a este notable artista y venezolano. Una foto que puso Diego Arroyo Gil en sus redes nos lo recordó al lado del genio de Soto y la pasión por la excelencia de Sofía. Elocuente muestra de lo que somos capaces. En estos mismos días María Guinand recibió el premio de la Federación Coral Internacional. En el deporte, unos peloteritos zulianos de la Liga Cacique Mara ganaron un torneo internacional a punta de esfuerzo y calidad, Bob Abreu fue exaltado al Salón de la Fama de Philadelphia, junto a Schmidt, Robin Roberts y los grandes de este club fundado en 1883 y a pulso, atletas nuestros se trajeron medallas de los Panamericanos de Lima. Pero les confieso que mi impresión mayor y más grata me la dio la declaración del director de un liceo chileno en el diario santiaguino La Tercera cuyo centro de estudiantes es casi totalmente venezolano y pondera su “capacidad de diálogo”, su lenguaje y vocabulario, y sus hábitos académicos de “mayor exigencia”.

De los grandes nombres que enorgullecen el gentilicio a los niños y jóvenes que demuestran en condiciones muy exigentes su valía, recibimos evidencias de la madera de la que estamos hechos. Eso, en tiempos como los que vivimos, se agradece, porque nos hace bien. Nos recuerda qué somos y que es el esfuerzo en el trabajo, la disciplina para cultivar los talentos, lo que nos permite salir adelante e incluso sobresalir, para enfrentar la vida sin complejos, razón por la que soy rebelde ante la envidia y el resentimiento. Esos ejemplos hacen brillar al venezolano anónimo o no que afuera busca oportunidades que ve negadas o que aquí mismo, cada amanecer se para a oscuras a librar su diaria batalla contra la adversidad, lucha sin rendirse. Pura esperanza.

Ramón Guillermo Aveledo

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