La situación crítica de Venezuela ha generado alarma a nivel mundial por muchas razones y es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya evidencia en diferentes áreas la gravedad del asunto. Es público como el tema de la migración que por la propia ACNUR ha registrado el desplazamiento de millones de compatriotas, siendo un aspecto de seguimiento constante que tristemente sigue en aumento y genera profundas preocupaciones a los países del continente, pero eso es sólo una de las diferentes áreas que hoy enciende el radar por la situación nacional.
Esta semana, se hizo viral una entrevista al brasileño José Graziano Da Silva, ex director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), generando una radiografía muy dolorosa de la situación del hambre en nuestro país donde refleja que 21,2 millones de hermanos venezolanos pasan hambre y esto representa casi el 75% de la población.
Estos números son escandalosos porque evidencia algunas verdades que son ocultadas por la usurpación. Primero, es la total responsabilidad de un estado que no cumple el primer derecho humano y es el derecho a la vida, segundo, es el férreo control social por el tema de la alimentación y tercero, el nulo sentido de humanidad de quienes gobiernan a la fuerza. Para cualquier país esto es un drama y lamentablemente, aquí es una catástrofe donde no hemos visto lo peor.
Tener un país entero pasando hambre es una sentencia a millones de ciudadanos a la muerte y en el «mejor de los casos», a una miserable vida. El informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresaba la gran preocupación por el tema, que si la diplomacia del cargo no existiera, podría reflejar con mayúscula la crueldad de lo que hoy vivimos.
No hay duda que aquí la gente se va huyendo de esta realidad que tiene culpable… y es la dictadura; que sólo saliendo de ella podremos ocuparnos de construir una salida posible de la pobreza de millones.
Hoy, la encrucijada es entre la vida y la muerte. Sólo una nueva democracia representa la vida, sigamos luchando por ello.
Daniel Antequera