La verdad, no les voy a contar esa historia muy difundida en cuanto a la travesía del Titanic, acerca de la pregunta que le hizo un periodista al capitán, sobre la seguridad del barco antes de zarpar, donde según, este hombre al mando de la nave le contestó que a ese barco no lo hundiría ni DIOS, por cuanto se ha contado mucho.
Entonces ¿Quién no ha oído hablar en este planeta acerca de esa tragedia? Creo son muy pocos quienes no conocen esta triste historia. Tal vez acá en Venezuela en estos últimos 20 años, por la crisis país, estén bastantes desinformados nuestros jóvenes nacidos en este tiempo. Pero es propicia la ocasión para traerles un acontecimiento que allí realmente sucedió. No es malo detallar algunos aspectos de este evento que no se cuenta y que pueden dejarnos una interesante enseñanza espiritual.
Es la de un pastor cristiano bautista, quien en medio de aquella tragedia. Cuando era inminente el hundimiento de la majestuosa nave. Cuando toda la gente que no pudo subir a los botes de salvación andaba gritando, llorando y agobiados por la desesperación, a sabiendas que la muerte estaba frente a sus aterrados ojos, el pastor los detenía por segundos y les preguntaba ¿Aceptas a Cristo como tu Salvador personal? Dicen que las reacciones fueron diversas. Bastantes, con lágrimas en sus ojos decían sí, sí, sí. Otros no contestaban. Y los más rebeldes maldecían. Pero hubo un hombre que le dijo al pastor, que sí. Que aceptaba a Cristo como su Salvador personal si le entregaba su chaleco salvavidas y el pastor con gusto se lo entregó.
La verdad, no dudo que esta historia sea real, por cuanto hay muchos cristianos que sí han entendido lo que realmente Dios quiere para sus hijos y todo se resume a la Salvación del pecador. Con tan solo una pregunta y una respuesta sincera en la antesala de la muerte, puede ser el momento de Dios para salvar. Estoy absolutamente convencido, que este pastor bautista le abrió el camino de la VIDA ETERNA a muchos. Y más seguro estoy, que su sorpresa será mayúscula cuando allá en el cielo se le acerquen a él, aquellos a quienes les sacó esa memorable decisión, para darle las gracias.
Algo parecido sucedió en la cruz del calvario. Jesús estaba colgando en el madero, crucificado con dos ladrones. Uno, tenía el espíritu de odio, resentimiento y desafiaba la majestad divina reclamando y exigiendo al Señor un portento que les liberará de la muerte. El otro, estaba triste. Sabía que iba a morir, pero defendió la inocencia del Señor Jesús e increpó de manera firme a aquel que blasfemaba contra el Señor. A ambos, de alguna manera nuestro Señor les preguntó “¿Aceptas a Cristo como tu Salvador personal?. El primero maldijo. Pero el otro dijo sí, sí, sí. Y la respuesta de Dios fue inmediata “De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso” Luc. 23:,43 por cuanto Jesús pudo evaluar la sinceridad de su corazón. Este asesino estaba verdaderamente arrepentido. Era sincero. Lloraba honestamente la vida criminal que había llevado. No temía a las consecuencias sino el pecado que lo había apartado de Dios. Y en un segundo, Dios escudriñó en lo más hondo de su corazón y lo apartó para salvarlo. ¿Cómo les parece? Es por ello que ninguna causa para Dios está perdida, solo tenemos que aceptar de corazón a Jesús como nuestro Salvador personal y cambiar nuestras malas acciones. Hasta la semana próxima Dios mediante por la WEB.
William Amaro Gutiérrez