La indigencia, el comercio, los malos olores y la delincuencia son los visitantes diarios de la Iglesia San José desde hace cuatro años. Este templo que es parte de la memoria histórica y religiosa de Barquisimeto está en su momento más triste, puesto que sus autoridades se han visto en la obligación de cerrar las puertas a media mañana y a veces hasta en algunas eucaristías para evitar que antisociales utilicen el lugar para cualquier cosa menos orar.
Este templo, situado en la calle 25 entre carreras 21 y 22, renació de los escombros después del terremoto de 1.812 pero jamás había lucido un rostro tan desgastado y desagradable como el de ahora en 2019.
Cada vez menos feligreses
La Secretaria del despacho parroquial de la iglesia San José, Lenie Rondón, ve con pesar la disminución de feligreses desde hace aproximadamente cuatro años, producto de la proliferación de robos, permanencia de indigentes en sus alrededores y terribles olores que ambientan la visita a la casa de Dios. “La mayoría de nuestra feligresía viene se zonas foráneas al territorio de la parroquia, pero ya se ve poca gente por todo esto que ocurre a diario. Hemos tenido que sacar personas de los bancos de la iglesia”, comenta Rondón.
Los asistentes a esta iglesia han presenciado a personas violentas y otras incluso a punto de tener relaciones sexuales dentro y fuera del templo, sobre todo cuando falta poco para que caiga la noche.
Mercaderes alrededor del templo
Contrario a las sagradas escrituras, los comerciantes abundan en los alrededores de la Iglesia, pues realizan su actividad en medio de la Plaza Bruzual (contigua a la estructura). Si bien esta actividad no es reciente en la zona, los vendedores están cada vez más cerca de la entrada y se ha incorporado la venta de alimentos, cuyo olor se mezcla con el de la basura y necesidades fisiológicas humanas que pululan a los lados del templo.
“Han tomado la iglesia como un mercado. La gente viene a charlar, a dormir, a cambiar pañales y dejarlos sucios aquí. Hacen sus necesidades dentro y fuera de la iglesia”, condenó la señora, quien recordó que con ayuda de los laicos y sacerdotes han limpiado las paredes de la iglesia y realizado jornadas de limpieza general pero ellos solos no pueden con todo.
Esta parroquia eliminó las alcancías porque atraían a más delincuentes. También les han robado micrófonos e incluso coronas de las imágenes de la Virgen.
Nula atención oficial
La indolencia gubernamental vuelve a aparecer, puesto que la parroquia ha solicitado decenas de veces que les apoyen con presencia policial en horas críticas y actividades especiales, pero la ayuda jamás llega. Todo eso sin contar que tampoco aportan lo mínimo para colaborar en la manutención de este, uno de los templos más antiguos de Barquisimeto.