“En economía el coste de oportunidad o costo alternativo designa el costo de la inversión de los recursos disponibles a costa de la mejor inversión alternativa disponible o también el valor de la mejor opción no realizada.
Se refiere a aquello de lo que se priva o renuncia cuando se hace una elección o toma una decisión”.
Friedrich Von Wiesser.
El término fue acuñado por Friedrich Von Wiesser (10-07-1.851/22-07-1.926), en su obra “Teoría de la Economía Social”. Economista y sociólogo austríaco fue considerado como uno de los fundadores de la escuela austriaca de economía. Era partidario del socialismo Fabiano (La sociedad Fabiana es un movimiento socialista británico cuyo propósito es el avanzar en los principios del socialismo mediante reformas graduales), apoyaba el individualismo económico como vía hacía la “economía social”, a medio camino entre el liberalismo clásico y las corrientes económicas socialistas.
El costo de oportunidad es el valor descartado debido a la realización de una acción (inversión). Es decir, el costo de oportunidad se refiere a la rentabilidad que tendría una inversión considerando el riesgo aceptado. Sirve para hacer valoraciones contrastando el riego de las decisiones tomadas (inversiones) o la inamovilidad (del activo).
Fuente: Wikipedia.
Quise hacer este preámbulo para adaptar el término a la grave situación que desde hace más de veinte (20) años destruye al país y que, a mi modo de ver, tiene génesis política.
Creo que a finales del siglo XX hubiese sido increíble, y más allá, inaceptable, que se impusiera que un (1) dólar tuviera el valor de “DOCE MIL DOSCIENTOS MILLONES DE BOLIVARES (Bs: 12.200.000.000, si tomamos en cuenta los ceros eliminados)”, y peor aún, que su costo fuera “IN CRESCENDO… ¡DIARIAMENTE!”.
Creo que las familias venezolanas no disponen de ingresos que logren cubrir sus más elementales necesidades si provienen de un salario remunerativo a su trabajo.
Supongo que no es difícil demostrar que los sectores democráticos, durante estos veinte (20) años de oprobio, difamación, manipulación y de corrupción, todos comprobados fehacientemente, han tenido muchas momentos estelares como para que sean valorados como costos de oportunidad. Estos momentos caracterizados por situaciones que presumo hayan sido perfectamente planificadas, por su extraordinaria ejecución, le han dado al sector democrático como corregir el rumbo del país.
Los diagnosticos y planes propuestos constituyen pruebas evidentes de que no se ha querido ejecutar acciones que de haberse implementado no estaríamos atravesando por el caos en el cual se encuentra la república.
Para restablecer el bienestar ciudadano es imperativo que rescatemos el Estado de Derecho, al Estamento Legal nacional y muy específicamente el internacional, de allí renacerá el bienestar económico y por ende el bienestar social.
A nada nos han conducido las actividades realizadas repetitivamente planificando la recuperación del país, desde antes de que se implementara lo que denomino el “PARTE DE GUERRA ECONÓMICA”… la nefasta LEY DE TIERRAS.
Nadie ha cuantificado las horas hombres invertidas en eventos que sólo han servido para leerlos en actos populistas que le hacen el juego a los inclementes destructores de la nación, presumo que con intensión de acrecentar su poder.
¿A quién (es) corresponde recabar las pruebas, sustanciar los expedientes y tramitarlos ante la Justicia?
Hay quien dice: ¡Vamos Bien! ¿Podríamos ir mejor?
Maximiliano Pérez