En una zona popular de Barquisimeto alguien comentó,
«Vivo en el cuarto piso de este edificio desde hace un tiempo, allá abajo solían reunirse un grupo de personas a compartir y tomar Cocuy artesanal, en los últimos años casi todos han fallecido, de esos 12 amigos sólo quedan unos pocos. Todas esas personas han muerto en un período muy corto».
Es bien sabido por todos que el venezolano es un individuo de cultura etílica, una parte importante del gentilicio caribeño que lo define está asociado a los llamados «palitos» del viernes en la noche o durante los fines de semana. El licor tiene un lugar importante en celebraciones y en los placeres de la vida, pero la crisis ha desplazado los hábitos de consumo de bebidas como cerveza o ron, a otros licores como el Cocuy, más accesible para el golpeado presupuesto del venezolano común. Lo que muchos desconocen son los riesgos presentes en algunas presentaciones de la tradicional bebida.
Historia de una Ley Cocuyera
Casi una década y media ha transcurrido desde que el entonces presidente Hugo Chávez anunciaba la aprobación de la Ley de Patrimonio Cultural para convertir la producción del emblemático licor en una industria moderna. Este nuevo marco legal lo haría posible, a partir de ese momento productores organizados, así como grandes y pequeños empresarios, deberían seguir trabajando para el desarrollo de su «Denominación de Origen», título que ostentan ciertos licores de gran calidad, autóctonos de determinadas regiones del mundo. Ese sería el siguiente paso.
Desde finales de la década de 1990 e inspirados por experiencias exitosas como la del Tequila Mexicano, la entonces dirección de la Fundación para el Desarrollo de la Ciencia y Tecnología Unidad Territorial Lara (FUNDACITE) en acuerdo con la Dirección de desarrollo económico del Estado Lara y un grupo de historiadores habían estado adelantando reuniones para solicitar un proyecto de Ley que convertiría el emblemático Cocuy de penca en un licor patrimonio cultural de la Nación.
La idea era fomentar el desarrollo de la industria Cocuyera generando más y mejores empleos, así como un producto con calidad de exportación, en resumen, se pretendía llevar esa bebida autóctona generalmente relacionada a estratos muy bajos de la población a una nueva percepción asociada a un licor de alta calidad, las condiciones estaban dadas.
Realidad etílica
14 años después la realidad es diferente, pues la Ley de Patrimonio Cultural de 2005 jamás generó el respectivo Reglamento Regulador para que la producción y venta del licor fuese razonablemente supervisada, el vacío en la ley aunado a la mala economía ha generado la proliferación de establecimientos caseros con carteles improvisados que anuncian «Aquí se vende Cocuy», la pregunta obligatoria es: ¿Quién supervisa la producción de esas bebidas, así como su distribución para el consumo humano? ¿Son ciertos los rumores de personas que han enfermado gravemente hasta el punto de morir?
Para algunos productores expertos como el empresario Miguel Jaimes y especialistas en patrimonio histórico y gastronomía como Juan Alonzo Molina, la duda comienza a aclararse con un ejercicio de simples matemáticas. Para producir un litro de Cocuy se necesita en promedio una planta de agave, si contamos cuantos litros de Cocuy se están comercializando en la calle, en contraste con la poca producción de la planta de la cual deriva es fácil entender que mucho de lo que se vende como «Cocuy» no es realmente tal.
Pero el vacío legal va aún más allá, la falta de «Code Alimentario», ese que define qué porcentajes de ingredientes tiene un producto para ser vendido como tal jamás fue asignado al licor de penca por tanto nadie puede definir oficialmente qué es Cocuy y qué no, razón por la cual muchas «cañas claras» se venden como Cocuy, sin tener nada que ver en realidad con la bebida y lo que es peor, con terribles descuidos en su elaboración lo cual puede generar riesgos importantes para la salud de quien la consume.
¿Qué es y qué no es?
En este mismo sentido los conocedores del tema advierten que basta un sencillo recorrido por las cercanías del Municipio Urdaneta, e incluso en otros sectores del estado, «Podemos ver docenas de tanques en cualquier vivienda que están siendo usados para la destilación de melaza, derivado de la caña de azúcar tradicionalmente usado para la dieta de ganado caprino y que actualmente se usa para fermentación, obteniendo con ella algún tipo de «Caña Clara», que luego es envasada y vendida como Cocuy, sin serlo, algo que debería ser castigado como acto ilegal».
Peligro para la salud
Ante la falta de supervisión los peligros aumentan. Ingredientes para consumo animal, abuso de productos químicos como úrea usado como catalizador en el proceso de fermentación y hasta alcohol puro son usados por ciertos fabricantes inescrupulosos, los riesgos a la salud son inminentes. Fuentes internas en la Dirección de Salud del estado advierten que esta falta de supervisión, aunado al nuevo hábito de consumo del venezolano y la falta del instrumento legal pueden ser una mezcla mortal para muchos tomadores frecuentes y no tan frecuentes.
Durante varios días Elimpulso.com realizó diversos intentos por entrevistar a la Contralora de Salud del Estado, autoridad oficial designada para cualquier información oficial acerca del tema, pero no logramos obtener la entrevista. El llamado de los productores oficiales, defensores del patrimonio cultural, agricultores e incluso historiadores, es a completar la misión que hace dos décadas se trazaron, primeramente dándole forma definitiva al marco legal y adelantando las acciones necesarias que resguarden el patrimonio cultural asociado al legendario licor de Agave, una tarea que en definitiva beneficiaría a todos.