La polarización es una enfermedad socio-psicológica cuyo efecto es la exclusión entre las partes, de lo que podría ser un grupo armónico, en dos facciones que desconfían y se agreden. Venezuela es pobre por polarizada, no por falta de recursos. Tan polarizadores han sido nuestros gobiernos excluyentes como los opositores que han jugado a excluirlos – y lo han logrado. La proyección a largo plazo de tal enfermedad es el fracaso del cuerpo social, deslizándose hacia la anarquía o descomposición en grupúsculos que van haciéndose fuertes en sus respectivos espacios a como dé lugar: Un país fallido o que deja de serlo.
Las causas de esta enfermedad son psico-sociales: las determinan el tipo de personas que somos. La polarización es un arma de quienes pretenden tener más poder que los demás. La motivación al poder está asociada a la anómia, síndrome cercano a la anarquía, pues consiste en el desacoplamiento entre los fines que propone la sociedad y los medios disponibles para lograrlos. De allí surge un “sálvese quien pueda”. A lo cual se le suma la desconfianza, síndrome que sirve para justificar la concentración del poder porque…“no se sabe qué puede hacer el otro”:hay que controlarlo.
El exceso de motivación al poder y la polarización son difíciles de curar. Pero hay excepciones: Sur África, Guatemala, Israel y Egipto, Argentina y Chile, negociaron y lo lograron.Veremos que pasa en nuestras negociaciones. Las opciones contra la polarización son, a corto plazo, fortalecerse para obligar al otro a negociar bajo un enfoque de asertividad y respeto mutuo. A largo plazo, la cura es prevenirla con educación. Sin embargo, mundialmente la educación está sesgada hacia la inteligencia racional, pero no se enseña inteligencia emocional o sesgo asociativo en nuestras relaciones. Nos enseñan muchas ciencias y pocas artes, pero nadie nos han dado un taller de autoconocimiento, autocontrol, empatía y destrezas sociales, para aprender a escuchar y comunicar, sin ignorar, ofender ni ceder demasiado. Hasta cualquier religión nos enseña más dogmas y ritos que caridad e inclusión. “La inteligencia sin probidad es un azote.”
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes