Hallar un buen amigo es tan difícil como hallar una aguja en el pajar.
Si alguien quisiera saber lo que es la verdadera amistad, debería mirar más por el lado de los animales, ante la seudo amistad del ser humano para quien más importante que su amigo son sus intereses. La amistad está supeditada a un millón de conceptos. Cuando estamos bien todos son amigos, cuando ya no tenemos con qué comprar su afecto ni vanagloriarnos de nuestras posesiones, su estampida es cruel y brutal, la amistad se hace añicos.
Solo el perro permanece a nuestro lado, pase lo que pase jamás nos abandona, ese sí cumple aquello de estar a nuestro lado en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte nos separe. Su fidelidad y amor es tan constante como constante es el sol en su viaje por el cielo. Nevado el fiel perro de Bolívar hirió fuertemente su sentimiento cuando cayó muerto con su otro gran amigo el indio Tinjacá en el Campo de Carabobo. Nevado es el perro épico que pasó a la historia cubierto de gloria.
A muchos de los que garrapateamos sobre hojas de papel nos tocó recorrer los caminos solos, crecer solos y aprender solos. Allí radica el por qué de temas cuya escuela ha sido la vida misma, la madre Natura y la actitud del hombre cuyo egoísmo no le permite tener otro sentimiento que no sea su beneficio y comodidad personal.
La amistad de los animales nos acompañará hasta el final. Son los perros los que nos demuestran realmente su cariño, no se convierten en nuestros jueces, no nos cobran por querernos, no compiten por ser mejores ni más lindos que su amo, no se quejan, no exigen, no discuten. ¡En efecto son mejores! Ellos son el complemento perfecto como lo es el buen amigo que nos ayuda a tener una vida feliz, cargada de momentos bellos, de humor y de experiencias que nos ayudan a crecer y ser mejores seres humanos.
El hombre que prefiere estar solo es un egoísta que no se da la oportunidad de compartir con otros un momento diferente en esta vida tan llena de ruidos, aburrimientos, infortunios y soledades. El hombre que se aísla es un cavernícola en su mundo sin gracia. A la vuelta de la vida aprendemos que lo importante en cada uno de nosotros es la esencia humana, no el trapo ni las joyas ni la fama ni la belleza que son al final propiedades de la muerte.
Amigo es aquel que no cambia, el que aunque ya viejo rindan los años su amistad no conocerá el cansancio, porque en ella nunca podrá entrar la espantosa entropía que corroe y sepulta. Casualmente los ricos, los políticos y la iglesia son los que más pregonan humildad, misericordia e igualdad, sin embargo, (con sus excepciones) son sus actitudes las que los muestran como los seres más aparentes, fríos, insensibles y discriminatorios. La discriminación es el precio o estigma que colocan sobre otros por sus creencias, ideologías, pensamiento libre, por la cuna en que nacieron, por la falta de riqueza, de conocimientos, de títulos o carné político. La mayoría de estos individuos pregonan lo que no practican.
Para el amigo de verdad somos un ser humano tan valioso como él. En tiempos de juventud se tienen compañeros, panas, compinches. Compañeros, amigos de colegio o adquiridos mucho tiempo atrás, son un tesoro de valor incalculable. Amigo de verdad es aquel que nunca ha buscado adueñarse de nuestra voluntad que nos respeta y acepta cual somos que ríe a carcajadas con nosotros, nos inyecta vida y en momentos de más oscuridad son una luz en el camino.
La amistad es un signo de amor, de aprecio y concordia entre los seres humanos, requiere de sinceridad, de tiempo y oportunidad para conocerse mejor a través del trato. El amigo que brinda su amistad sin exigir, pero con la condición de que ambos sigan la misma máxima, es allí donde se confirma el sentimiento igualitario que engrana su manera de ser con el carácter de almas libres e independientes que no sufren la servidumbre de otros sentimientos o intereses. Quien permanece con nosotros solo por el dinero o para sacar provecho de nosotros jamás será un amigo.
Por naturaleza el hombre siempre está buscando un arrimo, un compañero para que comparta su tiempo de ocio, para vivir las horas no para matarlas, para llenar necesidades no los vacíos. Esto se hace más necesario en el momento del retiro del trabajo o cuando se envejece. Conservar un buen amigo hasta el final, es un regalo fabuloso, compañero inseparable que permanecerá a nuestro lado hasta que el lampo del último sol de la vida nos hunda lentamente en el ocaso.
Nunca estaremos solos si hemos logrado cultivar siquiera un solo amigo, aparte de los que son más que amigos, los que nunca nos abaldonarán, sangre de nuestra sangre, carne de nuestra carne, esencia de nuestra esencia. Son ellos los que nos convierten el tiempo en guirnalda de rosas cuando cae sobre nosotros el cansancio de los años. Ellos son abrigo en el ocaso, luz al final del túnel, los que ponen por delante el buen humor, compañeros inseparables, amorosos, capaces de mostrarnos un mundo fantástico, diferente.
Yo canto un Himno a la amistad que se cifra en mi alma, canto a los que de mi nacieron, cuya compañía y cariño me salva de los días estériles, de los iguales y rutinarios, de mis soledades y tristezas, canto a aquellos que como mis libros son parte de mí, a los familiares y amigos contados con una mano que se han unido a mi grupo fortaleciendo el lazo de amistad, canto igualmente a mi perro el más fiel de los amigos, el que no pregunta cuánto tienes para abrirte el corazón, porque “Hay palabras que te cambian la vida, pero hay ladridos que te cambian el alma” (Jen De Lacroix) .
Amanda Niño de Victoria