#OPINIÓN Cronicario: Hace treinta años se nos fue el gran tenor de Venezuela Alfredo Sadel #2Jul

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Este viernes 28 de junio se cumplieron treinta años de la trascendencia de Alfredo Sadel a la inmortalidad. Conocido como El Tenor Favorito de Venezuela, fue el más grande cantante de nuestro país en todos los tiempos y el primer gran ídolo de masas.

Manuel Alfredo Sánchez Luna nació el 22 de febrero de 1930 en una casa ubicada al lado del antiguo cine San Juan, en la popular parroquia San Juan, en la Caracas pintoresca de esa época, la ciudad de los techos rojos como dijo el poeta Juan Antonio Pérez Bonalde en su Vuelta a la Patria. Caracas, allí está; sus techos rojos / su blanca torre, sus azules lomas / sus bandadas de tímidas palomas / hacen nublar de lágrimas mis ojos…

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Una vez Alfredo se presentaba con otros artistas del mismo apellido Sánchez y modificó su nombre: Tomó las dos primeras palabras de su apellido «Sa» y le añadió la desinencia «del», por Carlos Gardel
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Gardel, a quien admiraba. Así nació Sadel como se le conocería para siempre. Grabó más de dos mil canciones en unos 200 discos de 78 Revoluciones Por Minuto (RPM) y unos 130 discos de larga duración editados en diversos países. En Barquisimeto, con el apoyo de Juan Romero Antoni en la presidencia de Fundalara grabó diez emblemáticos temas larenses con la orquesta de Manuel Ramos Barrios, como homenaje a la ciudad que tanto lo admiró y que él quiso tanto.

La Fundación que lleva su nombre recopiló su discografía en tecnología digital, en la serie Documentos Alfredo Sadel, de modo que su voz y su memoria estén para siempre presentes en el acervo cultural venezolano.

En 1999, su hijo, el colega periodista Alfredo Sánchez realizó el documental: «Alfredo Sadel: aquél cantor», uno de los trabajos más completos sobre su vida, con escenas inéditas como las recogidas en Estados Unidos, en los años ’50 del siglo pasado. El documental cuenta su evolución como cantante, también contada por grandes figuras como Plácido Domingo, Lucho Gatica, Celia Cruz, Libertad Lamarque, Emilita Dago y Simón Díaz, entre otros.

Fue uno de los tres hijos del matrimonio de Manuel Sánchez Benítez y Luisa Amelia Luna, y lo bautizaron Manuel Alfredo, quien desde su niñez manifestó su vocación musical. Cantaba en programas de aficionados y en la «Caravana Camel» se convirtió en cantante profesional. Con el ingreso pagó su primer disco de 78 Revoluciones Por Minuto. Su pasodoble Diamante Negro, homenaje al torero Luis Sánchez y el bolero Desesperanza compuesto para él por María Luisa Escobar. ¡Vendió veinte mil copias! un fenómeno de ventas inimaginable para la época. Fue el inicio de una ascendente trayectoria musical. En 1950 Sadel inicia carrera en el cine en la cinta A La Habana me voy y en 1951, protagoniza Flor del campo, con música y argumento venezolanos, junto a Rafael Lanzetta y Elena Fernán. Ese año en Radio Barquisimeto graba la primera versión fidedigna de Endrina. Sadel cantó en programas radiales, como “Fiesta Fabulosa” con piezas de Billo Frómeta, Eduardo Serrano y Manuel Enrique Pérez Díaz. Actuó trece semanas en el Chateau Madrid de Nueva York http://es.wikipedia.org/wiki/Nueva_York, donde pasaban los más famosos, bajo la dirección musical de Aldemaro Romero de quien se hace amigo, otro venezolano que comenzaba su proyección internacional.

En 1952 Sadel debuta exitosamente en el teatro Jefferson de Nueva York y adquiere gran popularidad en Estados Unidos. Actuó en el Colgate Comedy Hour y junto a Lola Flores en el teatro San Juan de New York. El animador más importante de la televisión estadounidense lo invitó a su show diario, transmitido de costa a costa. Allí, en el famoso show de Ed Sullivan Sadel interpretó el clásico italiano Matinata, con arreglo de Aldemaro Romero. La prensa calificó a Sadel “el artista latino más popular de la televisión norteamericana”. En 1953, de regreso Sadel fue el artista estelar en la inauguración de Radio Caracas Televisión. Participó en diversos programas, “El Show de Víctor Saume” donde cantó al lado de Lucho Gatica y “El Show de Renny”. En 1955 http://es.wikipedia.org/wiki/1955 debutó con gran éxito en La Habana http://es.wikipedia.org/wiki/La_Habana, Cuba
http://es.wikipedia.org/wiki/Cuba y de adueña de la audiencia con su propio show de televisión. Allí graba con RCA Víctor
http://es.wikipedia.org/wiki/RCA_V%C3%ADctor su primer Larga Duración http://es.wikipedia.org/wiki/LP Mi canción, que rompió todos los records de ventas para un artista de esta parte del continente y grabó a dúo con el gran Benny Moré el bolero Alma libre.

Sadel se convirtió en líder sindical de los artistas y funda la Asociación Venezolana de Artistas en Escena, Avade. En 1958 es en Estados Unidos el primer artista venezolano en Hollywood, contratado por la Metro Goldwin Mayer. Lo mantuvo un año recibiendo sueldo y al no asignarte ningún papel Sadel se marchó a México donde ya era famoso por sus discos y allá participa en las películas “El Ratón”, al lado del campeón de boxeo Raúl ‘Ratón’ Macías y “Tu y la mentira”, con Miguel Aceves Mejía y Evangelina Elizondo. En 1960 participa en la película “Tres balas perdidas” junto a Javier Solís http://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Sol%C3%ADs, Elvira Quintana y María Victoria y en “El buena suerte” de nuevo con Miguel Aceves Mejía y Sara García y de nuevo con Javier Solís y Julio Aldama, en el filme “En cada feria un amor”. Su carrera en el cine termina con “Martín Santos, el llanero”, coproducción mexicano-venezolana con Lorena Velásquez y Adilia Castillo http://es.wikipedia.org/wiki/Adilia_Castillo. En 1957, Sadel grabó Escríbeme, de Guillermo Castillo Bustamante, preso político de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez que se convirtió en himno para los prisioneros del régimen. Emblema de la libertad, Escríbeme dibuja el anhelo de los presos de recibir cartas de amores, familiares y amigos.

En 1961 Sadel se presentó con la zarzuela Los gavilanes, en el Teatro Nacional de Caracas. Ese mismo año se va a Milán, entra de lleno en la lírica y estrenó la ópera cubana Cecilia Valdez en el Carnegie Hall de Nueva York. Viajó por América para presentar las óperas más importantes del género. En Lima, capital de Perú, Alfredo Sadel y Pepita Embil protagonizaron una de las temporadas de zarzuelas más exitosas de ese país. En 1967 Sadel fue el primer cantante lírico venezolano en llegar a Siberia y a otras catorce naciones europeas. En los días 18 y 19 de Enero 1969 participó en el Festival de la voz de oro de Venezuela organizado en Barquisimeto en el marco de la Feria de la Divina Pastora por el periodista José «Cheché» Cordero y el músico y compositor Ernesto Torrealba. La voz de oro fue para Héctor Cabrera, con el tema Rosario, de Juan Vicente Torrealba. El segundo lugar para Mirla Castellanos y el tercero para Sadel. Hubo protestas entre algunos participantes y los partidarios del tenor. Enfurecido, el público casi destruyó el anfiteatro. En la segunda edición del premio Sadel se presentó con su canción Yo soy Aquel Cantor y obtuvo el primer lugar, reconocido finalmente como la Voz de Oro de Venezuela.

En 1977, Alfredo Sadel organizó una gran temporada de ópera en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela y otras ciudades del país, participando también en temporadas de zarzuela en el Teatro Nacional. Desde 1985 se radicó en Nueva York y viajaba con frecuencia a Caracas y Medellín, donde decía sentir con agrado el gran cariño de su gente. Sadel grabó en 1979 el homenaje al trio Los Panchos, primer lugar de ventas y Disco de Oro. Cuando más feliz estaba por la posibilidad de presentarse en el Metropolitan Opera de Nueva York, su salud empezó a deteriorarse. El 31 de diciembre de 1988 se presentaba en Cali, Colombia y debió viajar de urgencia a Caracas. En 1989 se presentó en el teatro Teresa Carreño con la Orquesta Sinfónica Venezuela en conciertos que marcaron su despedida. Venciendo todos los obstáculos físicos (llegó en silla de ruedas) cantó junto a María Marta Serra Lima y Los Panchos. En su último concierto, Sadel recibió a los asistentes con estas palabras: “Ustedes se imaginarán porque estoy aquí, esta noche… necesitaba verlos”. El público disfrutó una vez más su actuación y entre lágrimas y efusivos aplausos despidieron al cantante más grande de Venezuela en todas sus épocas: Alfredo Sadel.

La madrugada del 28 de junio de 1989, de 59 años, muy joven aún, Alfredo se marchó a la inmortalidad. Aquel día la gente salió a las calles de Caracas para rendirle un último adiós a su ídolo. Contó José Emilio Castellanos en El Nacional que el día de su entierro una multitud acompañó el féretro hasta la sede de la gobernación, frente a la Plaza Bolívar, donde le harían un homenaje. Ese mismo día velaban en la Cancillería al ex embajador Valentín Hernández y a las afueras de la Casa Amarilla, se encontraba una compañía de parada del ejército para rendirle honores al ex diplomático y ex ministro de Energía. Al aparecer la multitud acompañando los restos mortales de Sadel, cubierto con la bandera de Venezuela, el oficial vaciló unos segundos para luego dar una orden a su tropa: ¡Firmes! ¡Para honores a Sadel! ¡Al hombro, arm! Y la banda lo despidió con el himno nacional.

Alfredo Sadel. Escríbeme, Guillermo Castillo Bustamante

Juan José Peralta

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