A los seres humanos se nos divide por todo: raza, sexo, clase social, grado de instrucción, tipo de sangre, tendencia política y signo del zodiaco. Sin embargo, debemos agregar una clasificación que verdaderamente nos define como humanos: el cómo lavamos los platos. Uno puede sacar muchas conclusiones de alguien con solo verle realizar este oficio. Aunque el veredicto más certero sobre el tema haya sido aquel escrito en el borrador de La Biblia (el cual fue eliminado por el editor antes de enviarlo a la imprenta de Gutenberg): “Odiarás a todo aquel que no lave los platos como tú”. Por ello hemos recopilado esta taxonomía de lavadores de platos para que sepa a quién odiar:
Están quienes lavan con agua fría.
Quienes lo hacen con caliente.
Quienes lavan con guantes.
Quienes lavan sin guantes.
Quienes usan jabón líquido.
Quienes usan jabón en crema (y a veces le dejan metidos restos de arroz y carne molida).
Quienes lavan con la parte dura de la esponja.
Quienes lavan con la parte suave.
Quienes saben para qué sirve cada parte de la esponja.
Quienes enjuagan la esponja al terminar de lavar.
Quienes la dejan sucia.
Quienes lavan en el fregadero.
Quienes lavan en el lavaplatos automático.
Quienes lavan apenas ensucian algo.
Quienes acumulan platos en el fregadero todo el día para después hacer una sola lavada.
Quienes le pasan la esponja a TODO el plato.
Quienes solo pasan la esponja por la parte central del plato y dejan el resto más olvidado que Leonardo Di Caprio en los Oscar.
Quienes enjuagan los platos con agua antes de pasarles la esponja.
Quienes le pasan la esponja al plato seco y terminan mezclando jabón con restos de margarina, mayonesa, kétchup y después enjuagan todo con agua.
Quienes solo lavan la parte de adentro de un vaso.
Quienes solo lavan los bordes.
Quienes lavan TODO el vaso.
Quienes luego de beber un traguito de agua, solo enjuagan el vaso un poco y lo ponen a secar así… con su gripe o mononucleosis.
Quienes enjuagan lo que luego echarán al lavaplatos automático.
Quienes echan todo sucio al lavaplatos automático.
Quienes hacen una piscina de agua y jabón en el fregadero para ahogar todo plato sucio allí (cual mafioso sacándole información a una víctima).
Quienes limpian los sartenes de teflón o cerámica con las manos (como recomiendan los fabricantes).
Quienes dejan enfriar los sartenes antes de lavarlos.
Quienes dejan los sartenes y las ollas remojando con agua jabonosa.
Quienes meten los sartenes calientes bajo el agua y disfrutan hacerse un baño de vapor.
Quienes no tienen paciencia y les pasan la esponja de alambre de una.
Quienes dejan los sartenes enfriar, al punto que los olvidan y luego se les forma una capa blanca de manteca.
Quienes limpian los tenedores con la parte de alambre de la esponja.
Quienes los limpian con la parte suave y les dejan restos de comida pegados.
Quienes lavan bien la licuadora.
Quienes le dejan restos de comida entre las cuchillas.
Quienes dejan el fregadero todo lleno de restos de comida.
Quienes colocan los restos de comida en la mallita del drenaje, pero igual los dejan ahí.
Quienes son valientes y sacan los restos de comida de la mallita (¡pero con la mano pelada!).
Quienes ponen a secar los vasos boca abajo.
Quienes los ponen a secar boca arriba.
Quienes ponen a secar los cuchillos con la punta hacia arriba.
Quienes los ponen con la punta hacia abajo.
Quienes secan todo apuradamente y lo guardan húmedo en los gabinetes.
Quienes usan el lavaplatos automático como escurridor de platos.
Y quienes secan todo dejándolo escurrir (y más tarde agarran los platos, otra vez desde allí, para volver a comer).
Por ello, si quiere ser amado por todos, convertirse en el Premio Nobel de la Paz de esta fauna y salir eximido de dicha clasificación, solo le recomendamos hacer una cosa. Llegue a la cocina, reúna a todos los presentes y diga en voz alta: “Hoy no se lava. Hoy pedimos pizza”.
Reuben Morales