Un crecimiento mínimo 22% en las captaciones del público del sistema financiero venezolano en mayo una marcada pone en evidencia una agudización de la tendencia, frente a la expansión de 36,2% de abril, lo que es una muestra más de la grave sequía de liquidez que vive la banca.
Esta situación es consecuencia de una política monetaria claramente contractiva, que se expresa en la disminución del gasto público, en términos reales y nominales, así como en una estrategia muy agresiva de restricción del crédito bancario, como consecuencia de una fuerte subida del encaje legal.
El economista César Aristimuño, director ejecutivo de Aristimuño Herrera & Asociados, señala que esta situación impacta severamente la rentabilidad del sistema financiero, porque le impide obtener ingresos adecuados, sobre todo a partir de su actividad medular que es la intermediación crediticia.
Advierte el experto, que la situación ha llegado al extremo de que la intermediación apenas representó 29,5% de los ingresos totales de la banca en mayo, cuando en 2018 los ingresos por cartera de crédito fueron equivalentes a 59% del total. La intermediación financiera del sistema en mayo, que no es más que el porcentaje de los recursos captados colocados en créditos, fue 18,41%, mientras en el mismo mes de 2018 alcanzó a 49,69%, lo que representa una caída de 31,28 puntos porcentuales.
Las captaciones del público, que venían creciendo a tasas elevadas en los últimos años, en 2018 aumentaron 115.000%, pero en los cinco primeros meses del año en curso, registran una expansión de 814,6%. A pesar de que la tendencia sigue siendo positiva, este resultado no es una buena noticia para el sistema financiero. El ajuste no explícito que aplica el gobierno de Nicolás Maduro a la economía impacta a los bancos por todos los flancos, tanto como al resto de los sectores económicos del país.
Aristimuño explica que al incrementar el encaje legal y reducir consecuentemente la capacidad de la banca para prestar dinero, se contrae de manera muy severa el margen financiero de los bancos, porque cuando los préstamos se liquidan se convierten en captaciones, de manera que el efecto multiplicador del crédito, en este caso, contribuye muy poco con la rentabilidad del sistema.
La banca bajo sus gastos
Explica Aristimuño que lo que salva a la banca es que la captaciones tienen prácticamente cero costo, por la sencilla razón de que los depósitos a la vista representan 92% del total de las captaciones.
“Cuando sube el encaje, el costo de la banca aumenta y los ingresos financieros se reducen. En este cuadro, las utilidades se ven severamente afectadas, porque se derrumba el margen financiero. El crédito debe ser la principal fuente de ingresos, pero están los otros ingresos por comisiones y otros conexos. ¿Qué está haciendo la banca ante el hecho de que las utilidades han caído en porcentajes reales muy elevados? Pues, los accionistas buscan otros ingresos para compensar y, sobre todo, disminuir agresivamente los gastos”, explica el fenómeno el economista Aristimuño.
En este sentido, el director ejecutivo de Aristimuño Herrera & Asociados introduce un elemento, si se quiere, positivo: la ampliación del cono monetario con nuevos billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares representa una importante reducción de costos para el sistema bancario por la reducción del volumen de piezas a distribuir como remesas a las agencias.
La banca ha venido dejando de lado todos aquellos gastos que implican erogaciones en divisas, y eso genera consecuencias nada deseables, por ejemplo en materia de actualización tecnológica y disposición de servicios.
Los bancos, por ejemplo, ya no distribuyen los puntos de ventas, sino que han abierto el mercado a empresas de servicios tecnológicos, también se ha hecho evidente un control muy estricto de los gastos administrativos.
Explica que la banca hoy no tiene problemas de solvencia patrimonial, en buena medida porque el índice mínimo obligatorio es de 7%, agregando que quizás con niveles de 12% o más, algunas instituciones tendrían problemas, pero ese no es un tema en la actualidad; advirtiendo sin embargo, que el asunto preocupante es que el sistema no tiene liquidez y cada vez se seca más. Sin duda, hay que hacer un llamado urgente a las autoridades para que modifiquen la política de encaje, indica el economista.
Parece innecesario decir que en una economía que va en camino de perder 70% de su Producto Interno Bruto, en los últimos cinco años, según el consenso de las estimaciones económicas para el cierre de 2019, contraer el crédito de manera tan severa puede considerarse una práctica suicida, que afecta a toda la población.
La banca es un operador cambiario
“Es preocupante, pero hay que decirlo con claridad. El sistema financiero está limitado a una actividad de servicios mínimos y con baja capacidad de generación de ingresos, ante una terrible realidad inflacionaria. La banca se ha convertido en el vehículo del gobierno para mercadear divisas que son aportadas principalmente por el gobierno”, afirma.
Desde el punto de vista económico, la infraestructura del sistema bancario venezolana está severamente subutilizada como vehículo irrigador de la actividad económica. “Lo peor es que no estamos en una situación de dificultad patrimonial que impida a los bancos intermediar recursos, porque, de hecho, el bajo margen de solvencia libera, en teoría, muchos fondos para el crédito, pero se aplica una suerte de política del acordeón, de estira y encoge, porque con el encaje legal esa capacidad existente se reduce a niveles completamente inadecuados”, apunta Aristimuño.
La regulaciones asfixian al sistema y hoy la banca trabaja más como un operador cambiario que como un actor dinamizador de la producción y “aquí debería no solo flexibilizarse el encaje, sino revisar las carteras obligatorias para que el sistema aumente su potencial de apalancamiento en condiciones más sanas. El negocio de la banca es financiar y pensar que los accionistas no quieren hacerlo es simplemente absurdo, pero se necesita un marco normativo y macroeconómico adecuado para que la intermediación beneficie a todos”, advierte el directivo de Aristimuño Herrera & Asociados.