Este domingo se celebró una fecha más del Día del Padre y es propicia la ocasión para presentar una reflexión espiritual que pueda darnos la fortaleza que necesitamos en tiempos borrascosos como los que estamos viviendo en nuestro país. Está muy que claro que un Día del Padre en estos momentos en Venezuela, es un día de tristezas, pesar y hasta llanto para muchos hijos que ven la imposibilidad de hacer un regalito al autor humano de sus días. Pero aquí, no vamos a redundar sobre ello, porque este asunto está muy claro, sino más bien ofrecer la fortaleza que necesitamos, por cuanto esto va para largo y es en Cristo Jesús donde podemos encontrar paz verdadera. No en los ofrecimientos políticos.
¿Ustedes se imaginan la felicidad de un padre, que pueda tener en sujeción y obediencia a su grupo familiar? ¿Que las normas de convivencia social y familiar puedan aceptarlas y acatarlas todos con inteligencia y verdadera espontaneidad? Indudablemente sería la expresión máxima de sabiduría, paz y tranquilidad de todo el grupo y de cada una de sus miembros.
Ahora, imaginen un padre, que haciendo su mejor esfuerzo. Con amor, responsabilidad y dedicación por su familia, no pueda sujetar a los niños y jóvenes bajo su autoridad y tutela. Que se rebelen a la obediencia de las normas mínimas de comportamiento en el entorno social-familiar que les rodea y decidan hacer lo que les plazca. Salir y llegar a casa cuando les provoque, comer cuando les apetece. Andar de fiesta en fiesta. Beber alcohol, fumar y tener sexo libremente. Ocuparse de los estudios solo por conveniencia ¿Cómo sería el dolor y la tristeza de ese padre?
Pues eso, es precisamente lo que vive nuestro Padre Celestial. Ver como las criaturas creadas por él a su misma imagen y semejanza decidieron apartarse de la norma dada en la Creación misma. Solo imaginemos ese pesar de nuestro Padre Celestial cuando su Ángel de Luz, el cual él mismo creó, tomó la decisión de rebelarse contra su Creador e impulsar la triste rebelión de una tercera parte de los ángeles del Cielo, «En el Edén, en el huerto de Dios estuviste. Toda piedra preciosa te adornaba: rubí, topacio y esmeralda; crisólito, ónice y jaspe; zafiro, turquesa y berilo. De oro eran tus engastes y adornos, preparados desde el día en que fuiste creado”Eze.28:13. ¿Cuánto amor pudo haber allí al ser creado?
Hoy mi querido amigo, nuestro Padre Celestial guarda la esperanza que sus hijos descarriados vuelvan su voluntad al regazo de donde se fueron y para ello envía al unigénito para que con su muerte recibamos perdón y volvamos a él, para darnos Salvación y Vida Eterna.
La historia del hijo pródigo, que muchos de Uds. conocen bien, revela de manera exacta el carácter de Dios y su actitud para con los hijos que se rebelan contra su autoridad. “Y cuando aún estaba lejos, su padre lo vio venir, y se enterneció. Corrió, se echó sobre su cuello, y lo besó” Luc.15:20. Esa es la actitud de nuestro Padre Celestial también. Como aquel padre, que cada día salía y se asomaba para ver si aparecía su hijo, así también es nuestro Dios, quien espera por sus hijos que se van. Pero la decisión de volver a él no la tiene el Padre, sino, que depende de nosotros. De ti y de mí. Poder decidir sin miedo, con decisión y firmeza como lo hizo este hijo descarriado. «Me levantaré, iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. ” Luc.15.18.
En estos tiempos aciagos mis apreciados, no miremos tanto las consecuencias de la tragedia gubernamental que nos agobia, por cuanto DIOS está al control. Vayamos con humildad y necesidad a nuestro Creador a través de su Palabra y SEGURO encontraremos Paz verdadera. Esa, debe ser la actitud de nosotros las criaturas. ¿Lo harás?. Hasta la semana próxima por la WEB DIOS mediante.
William Amaro Gutiérrez