Emilio Arciniegas cuando cumplió quince años de edad se encerró en su cuarto durante seis días y al salir se transmutó en Iván, por lo de Iván El Terrible y Claudio por el ilustrado emperador romano.
Fue Iván Claudio entrevistador de lujo tanto en El Nacional como en El Universal donde fue encargado directamente por José Ramón Medina en el primero y por Luis Teófilo Núñez en el segundo de realizar los foros a los personajes más ilustres del país. También fue el periodista estrella en el primer programa de televisión donde los redactores de periódicos asumían responsabilidad de anfitriones, Frente a la Prensa, transmitido todos los miércoles a las nueve de la noche por Televisión.
Debido a su fina pluma de vuelo literario se convirtió por varios años en el jefe de las páginas culturales de El Universal. Fue así Emilio Arciniegas, Iván Claudio, uno de los periodistas de mayor talla y fuste que tuvo Venezuela a partir de los años cincuenta del siglo pasado.
Por amor a Miriam se vino en plan de retiro al Estado Lara donde estaba dispuesto a dedicarse a escribir libros de profundidad y aliento. Compró casa en Paso Real, la amobló y organizó en amplio salón interno su biblioteca personal. La crecida de una quebrada cercana abortó totalmente sus planes de periodista historiador y de esta forma retoma las lides cotidianas de fablistàn y se incorpora con humildad y entusiasmo al equipo de reporteros de El Informador, periódico al cual le dedicó el resto de su vida, donde echó raíces profundas y construyó una amistad de gran altura con la familia Gómez Sigala, especialmente con Eduardo Gómez Tamayo y su esposa Mariela Sigala de Gómez.
En este periódico dejo escritas paginas donde su sabiduría periodística alcanzo grados de refinada maestría. Como ejemplo perdurable están sus Foros Biográficos donde sentó cátedra en la forma de llevar a grandes mayorías, de manera amena, digna y al mismo tiempo profunda, vida y obra de grandes larenses, de grandes venezolanos. En estos Foros están contenidas vidas ilustres de personajes que en Lara han tenido figuración estelar en las épocas recientes. Iván como si se tratara de cuadros pictóricos tomaba de cada uno de estos personajes sus esencias y las mostraba al público con ejemplar nitidez.
También por años publico su columna Intermedio, donde disertaba con inteligencia y dentro del muy amplio marco cultural que poseía sobre temas de toda índole, destacando a todo evento el lado humano que servía de corazón al hecho cotidiano. Esta columna que apareció publicada los lunes de muchos años fue de alguna manera estandarte de crónica política y espejo implacable donde Iván al mejor estilo de Honorato de Balzac reflejaba episodios de la gran comedia humana que sirve de escenario al juego de ambiciones que rodea a la lucha por el poder.
Pero donde con mayor fuerza se mostraba la faceta del Iván Claudio humanista era en su trato con los humildes, en la manera enaltecida que les brindaba tribuna a los protagonistas más humildes que emergían desde la pobreza o el sufrimiento para plantarle cara a la prepotencia de los poderosos. Con ellos Iván era Quijote con lanza en ristre para batallar en la defensa de causas irredentas.
Iván Claudio fue un periodista que hizo de la profesión su mayor orgullo. Para el ser periodista era un apostolado, la forma más completa, digna y hermosa de justificar la existencia de cualquier ser humano.
Y como periodista siempre mantuvo el rol de testigo imparcial, como si fuese emisario de algún departamento cósmico asignado a este mundo como relator de verdades permanentes del alma.
Cumplió el pasado 7 de Junio 15 años de muerto. Sus amigos siempre lo tenemos con nosotros.
Jorge Euclídes Ramírez