VII.- Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración”.
DECÁLOGO DEL ABOGADO.
Cuenta la leyenda hecha historia, que el joven Simón Bolívar, el 3 de julio de 1.811, dijo ante un club de exaltados independentistas sin representación política a quienes algunos acusaban de querer convertirse en Congreso de facto;
¿Cómo fomentaran el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva, para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad.
Mientras Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi corregían el texto del Acta de Independencia, exaltado, Simón Bolívar clamó a la Sociedad Patriótica:
“¡Que los grandes proyectos deben prepararse en calma!
300 años de calma ¿No Bastan?…
La Junta Patriótica respeta como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriotita, centro de luces de todos los intereses revolucionarios.
Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana…
¡Vacilar es perdernos!”.
Existía una colonia que no acababa de morir y una Patria que no acababa de nacer…
En tiempos actuales, en realidad no sé si calificarlo de casualidad o causalidad, presumo que todo parece indicar, que los tiempos son cíclicos, no se puede asegurar que somos una colonia pero si podemos analizar sobre el desastre en el cual se destruye la república construida con sangre, el sudor y lágrimas de nuestros libertadores.
Las ideologías externas, desfasadas y fracasadas, que se nos han querido imponer han traído la desolación más grande que hayamos enfrentado los venezolanos y se pretende mostrar al mundo que somos un país en desarrollo social y económico, cuando la realidad es que estamos en el foso de todas las clasificaciones que las estadísticas mundiales han efectuado sobre todos los países.
Las luchas independentistas venezolanas comenzaron cuando el 19 de abril de 1.810 el Cabildo de Caracas convocó a reunión extraordinaria. Se cuestionaba la autoridad de Vicente de Emparan y éste, luego de recibir diferentes recriminaciones, desde la ventana del ayuntamiento, preguntó a los ciudadanos congregados en la Plaza Mayor (Hoy Plaza Bolívar de Caracas), si querían que él siguiera mandando. Entonces los ciudadanos guiados por el sacerdote José Cortés de Madariaga, contestaron: ¡NO!
Emparan, el gobernante español, dio una clase magistral de civilidad a muchos gobernantes actuales, cuando exclamó:
“SI NO QUIEREN MI MANDATO…
«¡YO TAMPOCO QUIERO MANDO!”
Aquello fue una verdadera revolución, admirada y añorada en muchas regiones del mundo. Se erguía Venezuela como el ejemplo libertario del globo terráqueo. Hombres como don Francisco de Miranda, quien peleó al lado de George Washington por la libertad de la más grande nación, los Estados Unidos de América, talló su nombre con el cincel de la dignidad en el Arco de Triunfo de París, para llegar hasta los palacios imperiales de la Rusia de los Zares, recorrían al planeta en defensa de la libertad, buscando la democracia. No parece casualidad que el juramento que hizo Bolívar, acompañado de su ductor, don Simón Rodríguez, lo hiciese en el Monte Sacro, territorio del país que es cuna del derecho moderno.
Podríamos analizar tantos hechos, que nos han inoculado en nuestros genes el indomable espíritu de la libertad que hace inaceptable la situación que nos destruye sin que se tenga el menor índice de rectificación ante la atroz realidad.
“20 años de calma… ¿No Bastan?
Maximiliano Pérez