«Una empresa que funciona, en un país que no funciona, es inútil».
Adriano Olivetti
Un país no se construye expropiando empresas, que luego no funcionan o estableciendo normas que luego las hacen difíciles de gestionar; se construye estimulando a los emprendedores a que generen nuevas empresas o apoyándolos para que crezcan las existentes. No debemos parecernos tampoco a aquellos países que, privatizan las ganancias y socializan las pérdidas.
Adriano Olivetti socializaba las ganancias. Era una figura totalmente fuera del tiempo y el espacio.
Se suele decir que Adriano Olivetti era el Steve Jobs italiano, pero pienso que sería mejor decir, que Steve Jobs fue el Adriano Olivetti americano, tanto para ubicar las cosas en su justo orden.
Para muchos era el industrial de las máquinas de escribir y de las computadoras. Pero realmente fue un hombre de una visión extraordinaria, que previó e interpretó el futuro. Fue uno de aquellos que construyó la Italia de los años cincuenta y que le permite todavía hoy, sentarse en la mesa de los grandes de la tierra.
Se tiene que apoyar a todos aquellos empresarios venezolanos, que así como Olivetti, creen en su país y tienen bastantes años desarrollando y llevando adelante su empresa, seguro estoy que, si el estado actúa de esa manera, no habría tanta escases de productos, como hoy tenemos.
Adriano Olivetti, murió en 1960, con apenas 59 años de edad. En ese poco tiempo había logrado crear una serie de empresas excepcionales. Había transformado una pequeña fábrica, en la industria líder de las máquinas de escribir, llegando a comprar el coloso americano Underwood ( aquellas máquinas de escribir negras e imponentes que se veían en las mesas de trabajo de los grandes escritores de la época).
Pero las Olivetti no eran sólo máquinas de escribir. La más famosa y revolucionaria de las criaturas Olivettiana, la letra 22, ha sido considerada una obra de arte aún hasta hoy y está expuesta en el museo de arte moderno de News York y en su tiempo fue clasificada en el primer lugar de los 100 objetos de los últimos 100 años a ser salvados.
Con esta máquina que entró en la vida de todos los días, encontramos un importante elemento del pensamiento de este visionario, cuando por encima de lo que decían las investigaciones de mercado, de que la gente quería una máquina sólida y robusta, el ordeño diseñar una que fuera ligera, con colores y aerodinámica. El decía que dichas investigaciones mostraban el pasado y no el futuro, porque son por su naturaleza conservadoras. La gente es conservadora hasta que le das la oportunidad de soñar, cualquier cosa de novedoso. Y así su primera máquina de escribir portátil, le hizo aumentar la productividad en un 500% y las exportaciones en un 1300%.
También en los aspectos del trabajo fue muy original, sosteniendo que la fábrica debía ser concebida a la medida del hombre, para que encontrase en su puesto de trabajo un instrumento de redención y no un motivo para sufrir.
Recomendamos ampliamente la lectura de su bibliografía.
Definitivamente, queda al estado estimular y no perseguir este tipo de emprendedores, de los cuales hay muchísimos en Venezuela.
Italo Olivo
www.iolivo.com