Para recordar:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”
(Filipenses 3:20)
Con el problema de la gasolina, que estamos viviendo estos últimos días, en Venezuela, hemos visto con tristeza las largas colas, vejamen, tensión, desespero, caos y últimamente la guardia o la fuerza pública han tenido que intervenir para ¿poner orden?
En nuestro tercer intento para echar gasolina, llegamos a 5 am, había unos ochenta (80) carros delante de nosotros, pero algo estuvo mal o la cuenta matemática no nos da.
Salimos un momento de cola, y al regresar la gandola ya había pasado. Por lo tanto, no supimos si era de 40 mil o 60 mil litros de gasolina (sabemos que tiene un precio irrisorio) y a la voz de gasolina, la cola creció descomunalmente, como suele pasar cuando hay escases.
A eso de las 8 am, comenzamos a rodar, muy lentamente; por ello, algunas personas que pasaban cerca, nos advertían que se había formado una cola en paralelo: 1) Para funcionarios del gobierno. 2) Para los que presuntamente pagaban bastantes bolívares o en dólares. 3) Los “bachaqueros”, los coleados en motos o en carro, aparecieron velozmente.
Lo que no entendimos, fue: ¿Si habíamos llegado a las 5 am, estando en el puesto ochenta (80), y faltando 10 carros para el surtidor, a eso de las 5 pm (después de estar allí 12 horas) cerraron la gasolinera, sin más explicación. ¿Solo le echaron gasolina a setenta (70) vehículos?
Fue allí que nos sentimos ciudadanos desprotegidos, porque los llamados a poner disciplina, a defendernos, cometieron el error o tal vez fue planificado abusar de nuestra paciencia, orden, pasividad y sin haberse ido la electricidad ¡Nadie explicó nada!
La cuenta no nos cuadra, porque: Si una gandola descarga 40 mil litros de gasolina, a 40 litros promedio por carro, pudieran pasar 1000 vehículo. Es decir, si en nuestra cola pasaron unos 70 carros, con ese promedio, nos da 2800 litros. Entonces: ¿Qué pasó con los otros 37.200 litros de gasolina que trajo la gandola? ¿La vendieron toda, cobraron peaje o la guardaron? Saquen ustedes la conclusión.
Si nos basamos en el concepto de Seguridad ciudadana, dice que “es la acción integrada que desarrolla el Estado… para evitar la comisión de delitos y faltas contra las personas y sus bienes” (es.wikipedia.org). Es evidente que nuestros derechos, cada día, como ciudadanos son vulnerados: Sin agua, sin electricidad, sin gas y ahora ¿sin gasolina?
Tal vez por ello, el apóstol Pablo señala que: “Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (texto inicial). El mensaje es que no nos acostumbremos a las comodidades o incomodidades de este mundo y con ello quitamos la vista de la patria celestial. Pero, tampoco deberíamos ser ciudadanos tan pasivos, egoístas, como si nada estuviera sucediendo a nuestro alrededor.
Fijémonos, en la maravillosa oración que elevó Jesús, a su Padre celestial, registrada en Juan 17, allí dijo: “no te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del mal”. Acá no hay ninguna contradicción entre Cristo y el apóstol, porque Jesús es el primero en invitarnos a ir al cielo, y por eso vino, murió en la cruz por todos. Él nos dice que es camino, la verdad y la vida, y nos aclara: “Nadie viene al Padre sino es por mí” (Juan 14:6).
Lo que Jesús nos pide: Que el mundo no nos atraiga como para no querer ir al cielo, inclusive, mientras las leyes humanas son violadas y los ciudadanos estemos desprotegidos por los gobiernos; mientras tratamos de hacer algo por nuestras familias y por el mismo país. Cristo, aunque está dispuesto a ayudarnos, a sostenernos frente a los embates de esta tierra, nos muestra, en su Palabra, que dentro de poco seremos ciudadanos protegidos por el mismo Dios en la patria celestial (Apocalipsis 21).
Eduardo Iván González González
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