Activismo organizado, parlamentarismo, voto, opinión pública, acción internacional, diálogo y negociación son medios lícitos de lucha política. La estrategia inteligente los combina con éxito.
Insisto en ello como también en repetir y repetirme, como aprendí con Barbeito que la política no es el arte de lo posible, sino el arte de hacer posible aquello que es necesario. Factibilidad y oportunidad son los factores que el político ha de saber detectar y aprovechar, para avanzar en sus fines. Pero la buena política es mucho más que un juego de apuestas. Eso la convertiría en un casino. Su guía es el servicio al bien común que es su finalidad.
El obvio interés de la comunidad internacional en la gravísima crisis venezolana y su repercusión en la región, ofrece a los demócratas y a la mayoría que quiere cambio desafíos y oportunidades en dos de esas líneas de acción, la exterior y la del intercambio con el adversario. Ofrecer salidas prontas y lo menos traumáticas al pueblo venezolano exige que se haga lo que haga falta y se haga bien. Aprendiendo de la experiencia, ese patrimonio que tan frecuentemente los venezolanos tendemos a subestimar.
El presente es insostenible. De Venezuela hablaron el Secretario de Estado Pompeo y el canciller ruso Lavrov. Venezuela es tema en la Unión Europea que además de sus categóricos pronunciamientos y las sanciones ha designado un Grupo de Contacto que se mueve y conversa con el Ejecutivo y la Asamblea, acompañado por actores latinoamericanos como Ecuador, Costa Rica y Uruguay. Una delegación de vicecancilleres vendrá en los próximos días. El Grupo de Lima, valiosísimo aliado de nuestra lucha, no ha cejado en su búsqueda de alternativas, demostrando apertura política. El portavoz de la cancillería china se ha manifestado a favor de un diálogo político inclusivo y consultas bajo la Constitución, aproximación sutil pero cualitativamente distinta a sus expresiones de enero y febrero.
La palabra de Beijing importa. Conocidos sus intereses en nuestro país, también es útil considerar que puede considerársele el socio comercial, financiero e inversor más dinámico de América Latina y el Caribe. Sólo Estados Unidos le aventaja como exportador a la región, donde se ha hecho más fuerte que Japón y la UE y es el tercer comprador a nuestra región, principalmente (73%) de productos primarios. Así que su interés abarca todo nuestro vecindario, incluidos países del Grupo de Lima. Nada por aquí puede ser indiferente a sus sagaces y pragmáticos decisores.
En ese contexto, trasciende la iniciativa noruega, cuya diplomacia es serísima y experimentada. Ojalá no haya sido prematuro su conocimiento público, porque podría debilitar su potencial. Como corresponde a acciones de ese tipo, y en Oslo lo saben muy bien, la discreción es básica.
La Asamblea Nacional, Guaidó como su Presidente y los partidos que los apoyan, tienen cartas que jugar y deben hacerlo con tino. Con ellos nuestra solidaridad y nuestra esperanza.
Ramón Guillermo Aveledo