A los hijos que se van, sin saber cuándo regresarán…
Otras cometas que se van en busca de nuevos y renovados vientos que les permita elevarse en lontananza, con empuje y energía, que les sea posible luchar por sus sueños, por sus intuiciones, por sus alegrías, por un vivir pleno de aspiraciones, por un mañana mejor, lleno de esperanzas, siempre buscando una meta con el regocijo de haberla alcanzado.
Atrás quedan las frustraciones, los días largos, interminables de pensar y pensar, de sueños rotos, de nostalgias e inconformidades, atrás queda la familia, amigos, conocidos y un mundo que por circunstancias del destino no pudo ser conquistado con el esfuerzo, con el trabajo y deseo de salir adelante, atrás quedan los padres como dos globos solitarios que luchan por sostenerse con la leve brisa que encuentran y que ocasionalmente les llega, dos globos solitarios que ven alejarse las cometas en busca de nuevos horizontes y de vientos que les permitan sostenerse en el infinito y entablar su propia y fuerte lucha con las adversidades y frustraciones del destino ¿Será que un día vuelvan a encontrarse cometas y globos como antes?, es difícil: Los años pasan y los globos pierden altura muy fácilmente y cada día que pasa es más difícil para ellos sostenerse en la leve brisa, sus estructuras fallan, sus suministros fallan y solo esperan un colapso que sea de efectos mínimos y poco desastroso.
Así se van acabando las familias, los amores que se creían eternos, las vidas de los caminantes que quisieron remontar las alturas, conquistar el mundo y de ellos solo queda un recuerdo fugaz y luego ¡nada! ¡Nada!
Las columnas del tiempo hacen escala en el recuerdo, se queda la dicha, ellos se llevan la fe y los milagros.
Han vencido a la frustración y al miedo, osadía para remontar el vuelo, alcanzar rápido y sostenido el éxito, hasta coronar sus sueños. El viejo globo desea a las emprendedoras cometas, que les favorezcan los años con todos sus sueños cumplidos.
Te echaré de menos cometa tan querida, yo y los abrazos del crepúsculo, yo y mi alma entristecida.
Hugo F. Victoria C.