Las pinturas de Villalón tienen dos aspectos fundamentales para que estéticamente sean ellas. El primero es que las imágenes de los lienzos no son las imágenes, pura y simples, que le ofrece el paisaje del Valle del Turbio. Y el segundo es que las imágenes de sus lienzos no son tampoco las imágenes que percibe la visión de Villalón.
Un artista verdadero, un creador, no puede conformarse con las imágenes percibidas tanto de la naturaleza como de su visión. El artista creador, y esto es Armando Villalón, tiene un mundo de ideas, de imágenes que se suceden en su psiquismo, como si fuesen escenas sucesivas de una película interior original y novedosa, de la cual toma lo que demanda en él el momento; es su aporte de lo que está pintando. Hay, pues, en sus creaciones una conjunción de imágenes en donde está presente y prevalece su vena creadora. Así se conciben las creaciones de Villalón.
La realidad del lienzo no es, pues, la realidad común del paisaje, ni tampoco la realidad que comúnmente se perciben de las cosas. Hay en sus obras esa originalidad imperceptible, pero que la diferencia de las realidades de donde proceden, imponiéndose con ello la originalidad de la creación.
El Valle del Turbio, su fuente de imágenes, no es la imagen que una visión grosera del paisaje, suele ofrecer al común de los observadores. El artista tiene su vista educada para percibir detalles que estando en el paisaje no se revelan en la generalidad perceptibles: la vegetación con su variedad de verdes matices, tan cambiantes; el azul celeste tan difuminado en la inestabilidad del espacio; el maltratado lecho de rocas y arenas por donde su fluente murmurante, transcurre por el curso del lecho que prestan su color al nombre del río. Sin excepción, son todos recursos que se ofrecen a la observación, pero también, a la interpretación que un artista creador pueda concebir.
La visión del creador es determinante; y el creador con su experiencia, con su tenacidad, con las técnicas aprendidas unas y concebidas otras, con la sensibilidad a flor de visión y a flor táctil, con la tesonera entrega de hacer del paisaje del Valle del Turbio su única y primordial fuente, con la novedad que en todo momento que se enfrenta al mismo paisaje descubre su ser creador. Para un artista sobrado de sensibilidad y de pasión creadora la fuente es inagotable. Es la empatía del amor por el arte que todo el amor creativo hace de la obra siempre una novedad. Su temática siendo siempre la misma, sus imágenes vibrar con estética originalidad.
Carlos Mujica
@carlosmujicaa928