El Diario EL IMPULSO publicó en su portada del 4 de noviembre de 1912, un interesante titular sobre el primer vuelo realizado en la ciudad: “Vuelo de Boland sobre Barquisimeto se realizó con éxito”. Sin duda un acontecimiento histórico, sin precedentes.
Inicialmente Barquisimeto no formaba parte de los planes en las presentaciones del afamado aviador norteamericano Frank Boland y compañía, más dados los éxitos en Caracas, y Valencia, estando Boland en Puerto Cabello fue invitado por el presidente del estado Lara doctor Rafael Garmendia Rodríguez y patrocinado por instituciones privadas a proseguir hasta Barquisimeto, en donde se acordó, bajo contrato firmado, efectuar tres vuelos.
Reseñó EL IMPULSO que desde muy temprano se dejaba escuchar en la ciudad las vibraciones de la campana mayor del templo de la Inmaculada Concepción y el sonoro reloj de la iglesia Catedral de San Francisco, anunciando el magno evento en una urbe desprovista de automóviles.
El cronista Silva Uzcátegui atestiguó que desde Caracas, despacharon el avión a través del ferrocarril hasta Puerto Cabello en donde lo colocaron en un vapor hasta Tucacas, y de allí en el Ferrocarril Bolívar hasta Barquisimeto.
Al norte de la ciudad se improvisó un pequeño campo de aterrizaje, vecino a la Estación del Ferrocarril Bolívar, en el sitio que ocupó el estadio del Centro Atlético América, área que en la actualidad está ubicado el Cuartel de la Policía.
26 minutos con 60 caballos
Desde la mañana de ese 3 de noviembre, los vecinos de Barquisimeto, ávidos de ver el histórico acontecimiento, comenzaron a trasladarse en masas al sitio dispuesto para a través del Tranvía de Caballitos y gran parte caminando.
Por su parte, la primera autoridad estadal llegó al sitio en carruaje de cuatro ruedas tirado por bella caballería. Similar transporte utilizaron los invitados especiales: doctor Antonio María Pineda, Jesús María Rodríguez Garmendia, don Roseliano Iribarren Alvizu y don Elías Agüero, únicos propietarios de ese medio de movilización. De igual manera se desplazaron los que alquilaron los coches de José Saso o de Lino Piña, dueños de las cocheras existentes.
En la improvisada pista se situaron sillas para quienes pagaron los cómodos asientos en posición privilegiada para contemplar el despegue y aterrizaje del espectacular aparato. La ciudad entera se aglomeró en aquel lugar para curiosear las temerarias maniobras del piloto norteamericano a bordo del “Bluebird”, que había sido armada en el mismo paraje de la exhibición.
El biplano que carecía de cola, pesaba alrededor de 300 kilogramos. En el centro del fuselaje, fabricado de madera y lona, tenía un pequeño motor de 60 caballos de fuerza.
En las crónicas de Azparren conseguimos que durante la fascinante maniobra aérea de 26 minutos, Boland se elevó tres veces a una altura de 500 metros, con excursión por el ámbito de la ciudad y los verdes cuadriláteros que confeccionaban la amplitud del Valle del Turbio.
“Visitó El Chicago”
Azparren anota que luego del espectacular vuelo sobre Barquisimeto, Boland y su copiloto, fueron invitados por notables de la época, entre los que destacaban el doctor Juan Liscano, quiboreño y padre del poeta Juan Liscano; así como también los Álamo, los castillo, los Amengual, los Iribarren, los Guevara, los Escobar Alvizu, los Silveira y don Vicente Campos, a visitar el botiquín El Chicago, histórico centro de esparcimiento de Barquisimeto. “Allí, el equipo del aviador supo de nuestra tradicional hospitalidad, al festejársele con champaña”.
Luis Alberto Perozo Padua