Para recordar:
“¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él”
(Juan 19:6)
Hace pocos días, se conmemoró la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Donde hubo una turba desenfrenada que gritaba: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Allí Pilato no se atrevió a juzgarlo, porque no encontró en Cristo algún delito, sin embargo no lo liberó. Aunque “se lavó las manos”, estará dentro de los tantos culpables de su muerte.
En otro orden, hay un dicho antiguo que dice: “La ley entra por casa”. Es decir: Que las personas que implantan leyes, deben practicarlas primero antes de sancionar a otros.
Podemos decir que: La mejor Ley contra el odio es, sin duda alguna, la Ley de Dios: Los Diez Mandamientos (Éxodo 20), ya que todos definen nuestra correcta relación con Dios y establece la conducta para con nuestros semejantes ¡Qué mejor ley de amor que esa!
Recién publicada la Ley contra el odio, en Venezuela, el diario EL IMPULSO, el 12/11/17, realizó una nota editorial con ese título y en tal comentario encontramos: “El odio no se castiga con leyes, así como tampoco el amor, ni la felicidad son susceptibles de ser decretados. Se trata de un sentimiento humano que no puede ser penalizado”.
En nuestro país, usan un lenguaje soez hacia los opositores o líderes mundiales, aunque esto ocurra viceversa, resulta antagónico para quienes promueven la Ley contra el odio ¿Será porque no desean escuchar sus errores y por ello promueven leyes como ésta?
Al revisar los 25 artículos de dicha ley, el artículo 1° dice que “quieren erradicar el odio”. Tal como se dijo, ni el amor, ni el odio, florecen o se eliminan a fuerza de leyes, ya que ellos nacen desde nuestro ser. Por su parte, en el Artículo 2, resaltan valores y principios, mostrado en 19 palabras o frases que difícilmente se están cumpliendo.
Entre ellas están: 1) “Preeminencia de los derechos humanos” y los violan todos los días. 2) “Vida”, y cada día mueren personas sin necesidad. 3) “Paz” y compran armas para la guerra. 4) “Amor”, solo viene de Dios. 5) “Democracia” pero es una dictadura. 6) “Convivencia” y no pueden vivir juntos. 10) “Justicia”, casi nadie la aplica. 12) “Hermandad” y no soportan al contrario. 14) “Reconocimiento”, pero desconocen al opositor. 15) “Respeto” y se lo faltan a diario. 16) “Tolerancia”, tampoco aceptan ideas.
Hace poco, justo para el 03 de abril de este año, se escuchó desde la Asamblea Nacional Constituyente, gritar, contra el presidente de la Asamblea Nacional, la frase: ¡Al paredón! ¡Al paredón!, repetidas veces. Y nos preguntamos: ¿La ley es para quién o quiénes? No dijimos que la ley entra por casa ¿Qué diferencia hay en gritar frenéticamente ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! con ¡Paredón! ¡Paredón!?
Se puede decir que en la época de Jesús, los “depositarios” de los Diez Mandamientos, los infelices sacerdotes, eran los llamados a cumplirlos primariamente, pero ellos fueron los primeros en gritar ante Pilato: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Dijimos que: Tanto el odio como el amor, nacen en el corazón. Ni si quiera Dios, destruyó a Caín para haber odiado a Abel su hermano. Y le advirtió, que si no cambiaba el “pecado estaba delante de su puerta”. Y por matarlo, fue jugado y no irá al cielo.
Si Dios, en su sabiduría, no quiso detener la mano del primer criminal, tampoco destruyó al diablo por revelarse en el cielo (Ezequiel 28:14-17; Apocalipsis 12:9-12) y todo lo hizo por amor al universo (1 Juan 1:18-20) y fue lo que llevó a Jesús, su Hijo, morir en la cruz por la humanidad y allí, en el Calvario, se desenmascaró las intenciones de Satanás.
Nuestra obediencia a Dios y sus leyes es por amor, nunca por miedo y Él nos dará la vida eterna (Juan 3:16). En Juan 14:15 y otros, como afirmamos, está cuál es la mejor Ley contra el odio, pero tristemente muy pocos la aceptan, otros la cambian, y la mayoría no la practicamos como debe ser.
Eduardo Iván González González
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