Un verdadero calvario viven los larenses por las constantes falla de los servicios básicos en la entidad. No solo deben soportar el denominado plan de “administración de carga” o racionamiento eléctrico impuesto por el régimen de Nicolás Maduro, sino también la escasez de agua, gas domestico y la falta de combustible.
Los que usurpan el poder desde el 10 de enero, hasta la fecha, no han encontrado una solución a corto plazo de esta aguda crisis a la que sumergieron en 20 años. La revolución socialista prometida por el “comandante supremo” Hugo Chávez y vociferada Maduro quedó solo en palabras.
La centralización, burocratización, pésima asesoría extranjera en el direccionamiento de los servicios básicos; la falta de mantenimiento y la desprofesionalización llevaron a Venezuela, el país más rico de Sudamérica, al año 1884, donde andar en carreta, recolectar agua para saciar la sed en los ríos y cortar árboles secos para armar una fogata y poder cocinar eran parte de la cotidianidad.
Ante esta calamidad, los ciudadanos se han visto en la necesidad de buscar alternativas no convencionales para contar con su suministro y distribución para la supervivencia.