Para la primera década de 1900, ya se expendían en Barquisimeto, Cabudare, Duaca, Carora, Quíbor, El Tocuyo y Yaritagua, las Píldoras Rosadas de Williams, excelente antianémico que hacía subir el bermellón de la sangre a los cachetes de las niñas pálidas. Igualmente se comenzaron a vender en las boticas de estas localidades, las píldoras purgativas del Dr. Guillié.
Otro remedio milagroso era la Ovolecithine Billón para aquellos malcriados que sufrían de Neurastenia y descalificados. Para los vomitones y diarreas, se les recomendaba el “Elixir Estomacal de Sainz de Carlo”.
Los niños carcomidos por las lombrices y solitarias, tomaban a regañadientes y con fuete en mano, el horripilante vermífugo de Carlo Mier que se conseguía solamente en la Botica de Bolaños.
Para los pechos apretados los boticarios recomendaban: Agua Natural Purgante, Emulsión Scott y Licor Pectoral. El Vino Rabot para despertar el apetito voraz y FosfatinaFalieres para los que andaban terrosos y flacos.
Gotas de la Pastora
En aquellos primeros años del nuevo siglo, también era una novedad en las boticas de Barquisimeto Las Gotas de la Divina Pastora para combatir la anemia y la palidez, y los boticarios recomendaban a los pacientes el medicamento por su efecto salutífero, pues hasta desde la ardiente Maracaibo solicitaban aquellas gotas miraculosas.
Igualmente se podían encontrar en los escaparates de las farmacias de antaño “una serie de purgantes explosivos para los estíticos que muchas veces curaban la enfermedad pero mataban al paciente”.
Luis Alberto Perozo Padua