El pasado 22 de febrero se cumplieron ciento once años del nacimiento en Guatire, estado Miranda, del fundador de Acción Democrática, Rómulo Betancourt reconocido por los historiadores como “padre de la democracia venezolana” y uno de los políticos más importantes en la Venezuela del siglo XX. Tenía 37 años cuando le correspondió asumir en 1945 la presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno después del golpe militar al presidente Isaías Medina Angarita, tan joven como hoy el presidente interino Juan Guaidó, quien con 36 años lidera el actual proceso político venezolano de retorno a la democracia.
En febrero de 1928, celebró sus veinte años preso en la cárcel de La Rotunda al iniciarse en la política cuando un grupo de jóvenes universitarios conocido como la “Generación del 28 “inventaron la política en Venezuela”, al trasladar las luchas políticas y sociales del campo a la ciudad de manera cívica y pacífica, en protestas contra la dictadura del general Juan Vicente Gómez y solicitar profundos cambios en el sistema político venezolano.
Alianza Revolucionaria de Izquierdas
Betancourt fue de los primeros en plantear agudas críticas a la dictadura como uno de los más destacados líderes, participó en una conjura con militares y su fracaso lo lanzó al exilio. Con el Plan de Barranquilla como boceto político en 1931 fundó Alianza Revolucionaria de Izquierdas (ARDI), génesis de lo que después sería Acción Democrática.
Muerto Gómez en diciembre de 1935, regresó a Caracas y se incorporó a la lucha política y en 1941 fundó Acción Democrática “para hacer historia”. En 1945, en la casa de Edmundo Fernández, a nombre de la Unión Patriótica Militar, el mayor Marcos Pérez Jiménez solicitó al líder de AD presidir la transición: “Hemos llegado a la conclusión de que el civil que deberá presidir el gobierno provisional sea usted”.
Primera Constitución democrática
A mediodía del 18 de octubre los oficiales subalternos ejecutaron el golpe, Betancourt presidió la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno y al año siguiente convocó a una Constituyente que bajo la presidencia del poeta Andrés Eloy Blanco redactó la Constitución, promulgada el 5 de julio de 1947. Esa Carta Magna estableció “un régimen democrático ejemplar” como señaló Luis Beltrán Prieto Figueroa, con las más avanzadas disposiciones fundamentales en América en deberes y derechos cívicos, sociales y económicos. Por primera vez en nuestra historia republicana se dio a los venezolanos, incluidos los analfabetos y las mujeres, derecho al sufragio universal, directo y secreto.
Candidato de AD, Rómulo Gallegos ganó las elecciones de ese año con 74.47 por ciento de los votos, pero los militares encabezados por su ministro de defensa, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud y su socio Marcos Pérez Jiménez lo derrocaron y establecieron una dictadura corrupta y represiva.
Presidente constitucional en 1959
De nuevo en el exilio, Betancourt regresó en 1958 cuando el tirano Pérez Jiménez huyó el 23 de enero. Ese año ganó la presidencia de la República con más de 49 por ciento de los votos y gobernó desde 1959 hasta 1964 cuando entregó al presidente electo Raúl Leoni, compañero de generación y de partido.
El 23 de enero de 1961, la ciudadanía recibió con alborozo la entrada en vigencia de la nueva Constitución de Venezuela, en conmemoración del tercer aniversario de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, promulgada ese día por Betancourt, hasta ahora la de más larga vigencia en la era republicana que incorporó, amplió y actualizó nuevas normas en materia social establecidas en la Constitución de 1947, entre ellos un sistema de prestaciones impulsado desde el Estado, el establecimiento de un Estado social de derecho y todo lo referente a la salud, educación y asistencia social.
Correspondió a Betancourt promulgar esta penúltima Carta Magna de 38 años de vigencia hasta la constituyente de 1999, consultada por Hugo Chávez a los ciudadanos para realizarla y aprobarla. Al concluir su mandato en 1964, entregó los símbolos de la presidencia a Raúl Leoni.
Satisfacciones
En una conversación en 1989 a su regreso desde Berna, me contó que uno de los mayores agrados de su gestión fue en educación: «Creamos más de 300 liceos y más de tres mil escuelas en todo el país y varios institutos pedagógicos para cubrir las necesidades de la nueva matrícula. Cuando asumí la presidencia en 1959 sólo había cinco universidades en Venezuela, en Caracas la Central y la Católica Andrés Bello –la única privada–, las de Los Andes, del Zulia y Carabobo. En Barquisimeto creamos la universidad y el Instituto politécnico, la Universidad de Oriente en Barcelona con núcleos en Cumaná, Ciudad Bolívar, Maturín y Margarita y se echaron las bases para la creación de otras en los llanos y Falcón. No se hicieron más instituciones porque enfrentar a la guerrilla castrocomunista y la subversión nos exigía cuantiosos recursos”.
Una de las decisiones de su mayor satisfacción fue la firma en 1963 del contrato para iniciar la construcción de la represa del Guri que iniciaba el proceso de generación de electricidad “hasta para venderle al norte de Brasil y para desarrollo industrial de la región de la Guayana venezolana”, me contó en esa inolvidable conversación. “Como luchador político, mi mayor satisfacción fue afianzar el sistema democrático, crear condiciones para la estabilidad política del país y promover los cambios para el desarrollo de Venezuela en un clima de convivencia, pese al intento de asesinato y a las conspiraciones de los comunistas por desbaratar los avances, para instaurar una dictadura totalitaria al estilo soviético. Pese a todo entregué el poder a otro venezolano electo por las mayorías por el voto universal, directo y secreto como establecimos en la Constitución de 1947 ratificado en la de 1961”.
Betancourt es el único presidente venezolano quien en su azarosa vida política promulgó dos constituciones de sentido democrático y el único mandatario en nuestra historia republicana en traspasar la banda presidencial a dos jefes de Estado elegidos por voto universal, directo y secreto, a Gallegos en 1948 y Leoni en 1964, ambos sus compañeros de partido.
Con sobrada razón es reconocido como Padre de la Democracia en Venezuela, como ha documentado el historiador barquisimetano Manuel Caballero en su visión biográfica del líder adeco en su libro “Rómulo Betancourt político de nación”.
Juan José Peralta