Todos sabemos que este sabio judío alemán de aspecto beatnik fue el creador de la Teoría de la Relatividad y que fue esta revolución científica del siglo XX su casi exclusiva creación, lo que lo convirtió en uno de los sabios más eminentes de la humanidad. Pero el hombre sensible y de fina emotividad musical casi pasa desapercibida. Nunca le faltó tiempo para reunirse con sus amigos y tocar el violín. Y lo hacía con gran destreza y maestría.
W. A. Mozart
Su famosa teoría, que destruyó para siempre nuestra imagen del mundo, fue creada, aunque parezca absurdo y extraño, por razones estéticas y religiosas. Y la música del genial Wolfgang Amadeus Mozart contribuyó en gran manera a echar las bases de esta increíble hazaña del espíritu humano. A Einstein le entusiasmaba la música y tocaba el violín mejor que muchos aficionados. Pero, ¿se le podía comparar en cuanto a la música con su compositor favorito, Mozart, de la misma manera que en el terreno científico era equiparable a Isaac Newton por quien sentía veneración?
Es interesante escuchar los comentarios de un violinista profesional sobre la técnica musical de Einstein. Boris Schwart decía que su tono era muy puro, con poco vibrato, pues no le gustaba el tono vibrante y sensual de la música del siglo XIX. Esto encajaba con sus preferencias musicales. Le encantaba la música del siglo XVIII: Bach, Vivaldi y Mozart- sobre todo Mozart-. En cambio Beethoven, en su apasionado tono en do menor, le resultaba demasiado emotivo. Agrega Schwart que Einstein tenía gran facilidad de lectura y que llevaba muy bien el ritmo. Tocaba con extrema concentración, inclinándose hacia adelante, con la cara pegada a la partitura. Practicaba incansablemente con el violín, sin importarle dedicarle para ello varias horas seguidas. De hecho Schwart se cansaba mucho antes que Einstein, y dándose cuenta de ello, le esposa de Einstein acudía en su ayuda obsequiándole té.
Con inspiración mozartiana desploma Einstein las concepciones de Newton basadas en el sentido común. Era un impulso a veces irracional, clarividente y subconsciente el verdadero animador de sus búsquedas y que tenían en Mozart un inspirador de primer orden. Dice Maja, su hermana, que ejecutando el violín a veces se detenía diciendo “Ah, lo conseguí”, refiriéndose a alguno de los problemas desconcertantes de su obra científica. Era un toque mágico que se agregaba a la más apasionada de las curiosidades.
En una oportunidad, Einstein dijo que, mientras Beethoven creó su música, la de Mozart «era tan pura, que parecía haber existido en el universo desde siempre, esperando a ser descubierta por su dueño». Einstein creía lo mismo respecto de la física, que más allá de las observaciones y la teoría se encontraba la música de las esferas, como decía Pitágoras, que, según escribió, revelaba «una armonía preestablecida», ya que expresaba asombrosas simetrías.
En la oficina de patentes de Berna en 1905, Einstein hacia sus cálculos científicos a escondidas, al tiempo que la música de Mozart era el núcleo de su vida creativa, lo que constituyó una conexión mística entre arte y ciencia. La belleza simple de la música del desgraciado Mozart, constituyeron un acicate de primer orden y contribuyó a que Einstein llegara a decir cosas tan desconcertantes como que la materia es el resultado de la curvatura del espacio-tiempo. La física del siglo XX y la música del siglo XVIII se encuentran. Un genio encuentra la inspiración en la música de otro.
A fines del siglo XX los psicólogos de la Universidad de California han descubierto una relación entre la exposición a la música de Mozart y el mejoramiento del razonamiento espacio temporal. Hay quienes dicen que el Efecto Mozart no es más que otra leyenda urbana. Pero el ejemplo de la relación Mozart – Einstein esta allí, dándonos magníficas lecciones.
Luis Cortés