“El déspota paga el desorden humano que él mismo impone mediante su propio aniquilamiento espiritual”
Gabriel García Márquez
La ignorancia encaramada en el poder, la estupidez de sus oficiantes y compinches, el desprecio hacia los demás, hacia la libertad, hacia la inteligencia y la razón, el desconocimiento del tirano de lo que es el progreso y desarrollo que a los pueblos beneficia, han sido siempre condiciones de estos seres violentos que no tienen reparo en hacer desaparecer a demócratas, intelectuales, empresarios y estudiantes, que encierran y torturan a los líderes del pueblo, acuden a este tipo de abusos para evitarse la preocupación y amenaza que significa perder el poder en manos de sus enemigos. Sus órdenes son ejecutadas por sus matones y sometidos militares.
Los padecimientos latinoamericanos conocen mucho de sujetos que llegan al poder administrándolo como si fuera una bodega o hacienda de su propiedad, igualmente conocen los pueblos a militares quienes trasladan la conformación del cuartel a las formas de convivencia social en donde únicamente es su voz la que manda y a la que hay que obedecer. Estos sujetos llegan al poder creyéndose imbuidos de mesiánica e ilustrada fe en la que se consideraran proclamados como protectores, guías y únicos intérpretes de la voluntad de los pueblos bajo su mando. Nada de este comportamiento se compadece con los legítimos intereses de la sociedad. De allí parte la razón de que solo en Democracia se puede pensar y opinar libremente sin sometimiento ni amenazas y se tiene el derecho de progresar, muy diferente al proceder de las Dictaduras cuya función principal es suprimir el pensamiento individual y cerrar medios de información libre hasta extirpar toda libertad.
Alberto Sánchez llevó a sus libros sus experiencias personales, combinándolas dentro de sus temas con leyendas e historias del mundo prehispánico. En el “Facundo” de Domingo Faustino se encuentra todo un contenido político, reflejo de la lucha encarnizada por el poder en nuestro continente y la activación de la violencia. Libros y novelas encierran en su interior todo lo ocurrido a partir del momento en que empezaron las primeras luchas independentistas. Allí se puede apreciar de qué manera en la mente de muchos gobernantes se quedó la malévola raíz de la opresión de aquellos tiempos crueles de la colonia y la conquista. El régimen reaccionario de las dictaduras fascistas del siglo veintiuno es de carácter totalitario, basado en la fuerza del terror, del engaño, del odio y la violencia.
Los pueblos terminan cansándose de la humillación, de los malos tratos y falta de libertad, pierden el miedo a sus verdugos, sobre todo cuando son condenados al hambre y a la miseria. Han aprendido de sus mismos sufrimientos que para recuperar sus derechos es necesario ponerse en acción, aunque haya que perder la vida en el empeño por recuperar su bienestar y tranquilidad perdidos…
Las coordenadas con que los escritores entrelazan sus obras, las circunstancias en las que se desarrollan y el feo proceder de los dictadores se pueden apreciar mejor en libros como “El recurso del método” de Carpentier, “El supremo” de Roa Bastos y “El otoño del patriarca” de G. García Márquez.
Roa Bastos, define al tirano como el hombre que con el pretexto del progreso, bienestar, felicidad y prosperidad de sus gobernados, sustituye el culto de sus pueblos por el de su propia persona. En este tipo de relatos se encuentra la historia, fiel retrato del tormento que padecen los pueblos cuando caen en manos de la atroz Dictadura.
Amanda Niño de Victoria