Nunca pensé oír a tantos venezolanos, a muchos, referirse con una admiración tan grande por los personajes señalados en el título de estas notas. Sienten por ellos un inmenso agradecimiento por las gestiones hechas, y las que faltan, a fin de obtener la libertad de Venezuela. Liberar a Venezuela de una dictadura tan grande como la que hemos sufrido ha sido una gran proeza. Siempre hemos sido celosos de nuestra soberanía territorial. Hemos cuidado nuestra tierra como a la niña de nuestros ojos. Desde muy joven oí en la escuela primaria la famosa frase, con la que comienza uno de sus discursos más recordados, el presidente Cipriano Castro: “La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria.” En aquella oportunidad, comienzos del siglo XX, la frase la pronuncia El Cabito, en momentos que dos de las potencias de entonces (Alemania e Inglaterra), pretendían cobrar deudas que mantenía la República con ellas y se vinieron a bloquear las costas venezolanas y a intimidar nuestra nación. Desde entonces creció el fervor patriótico venezolano cuando se trata de defender nuestro territorio.
En los años sesenta, la dictadura castro comunista invade nuestro territorio a fin de hacerse de lo que para esa dictadura resultó siempre muy apetecible: nuestra riqueza natural. No pudieron porque un gobierno democrático, el presidido por Rómulo Betancourt, junto con nuestra FAN, rechazaron con firmeza y decisión la pretensión de la satrapía cubana. Años más tarde la disparatada política de Chávez y Maduro entregó a la Cuba de los Castro, lo que le hacía falta a nuestros compatriotas venezolanos.Hoy la posibilidad de una intervención armada por parte de USA e incluso de una fuerza multilateral,en palabras de los protagonistas, está planteada sobre la mesa, en razón de la grave crisis social, moral, económica y política a la que este gobierno dictatorial ha llevado el país.
Este gobierno, que se niega a morir sin medir el daño adicional que puede causar esa actitud, con su absurda conducta está tentando a los países vecinos, incluyendo a USA y Canadá, a una posible intervención armada a nuestro territorio.Los venezolanos estamos tan hartos de lo que hemos vivido estos últimos veinte años, que hemos llegado al punto de no solo aplaudir una intervención extranjera, si no que hasta pedirla y agradecerla.
La intervención va a comenzar este próximo sábado 23 de febrero, con el ingreso de la ayuda humanitaria. Esa ayuda contiene alimentos, medicinas y equipos médicos necesarios para diálisis y otras enfermedades. El señor Maduro y su cuarto de gobierno que le queda, se ha negado a dejar entrar lo que países hermanos nos quieren donar, léase bien, donar, para nuestros enfermos, para nuestros niños y ancianos. Sin duda que esta negativa, es un delito de lesa humanidad, imprescriptible y susceptible de ser castigado por los órganos internacionales de administración de justicia. Toda esta situación la ha provocado el mismo régimen de Maduro. Qué cantidad de sufrimientospodría habernos ahorrado Maduro si al ver el rechazo casi unánime de la población venezolana y de más de cincuenta países, hubiera negociado su salida. Al momento de escribir estas líneas, siento, veo, un régimen contra las cuerdas, lleno de contradicciones en su proceder. El joven presidente (e) Juan Guaidó tiene razón, vamos bien y el primero que lo hace ver es Maduro. Vamos muy bien, gracias a Almagro, Pence, Rubio y Trump y a la valentía del noble pueblo venezolano.
Joel Rodríguez Ramos