“Forma de gobierno del Estado donde el poder es ejercido por el pueblo” Este es el concepto más popular que se conoce acerca de este término. Entonces, quien es elegido en Democracia, gobernará con el aporte y la participación de todos. Y su gestión gubernamental irá orientada, obviamente, a satisfacer las necesidades de todos. Pero, la experiencia que estamos viviendo es que quien gobierna, lo hace para sus propios intereses y los del grupo que lo apoya y lo sostiene en el poder. Y me pregunto ¿Cuántos gobernantes en el nombre de este concepto han sido más hipócritas en sus elocuentes discursos ante las multitudes?
Siempre escribimos para tratar de enseñar, orientar y ayudar a las personas a realizar cambios en su vida. Si no aprovechamos esta valiosa tribuna que Dios, a través del Diario El IMPULSO ha puesto en nuestras manos para contribuir que la gente tome decisiones importantes, reciban la influencia del Espíritu Santo y que su vida trascienda en hechos y actos decisivos en ellos y la vida del país, entonces estamos perdiendo el tiempo. El término Democracia es preciso. Pero los individuos que controlan el poder y mueven los hilos de la justicia hacen con ella lo que les viene en gana.
Hoy más que nunca se pone de manifiesto la forma como ha sido manoseado, manipulado, adaptado a las necesidades y caprichos del poder. Y hasta prostituido. Solo traer a la mente como los beneficios contractuales que los educadores alcanzamos por meritos de antigüedad y estudios superiores desaparecieron, es apenas una muestra de la imposición gubernamental. De cómo se pisotea impunemente dicho término que hasta repugna pronunciarlo. Y espero no ofender a nadie.
El proceso político actualmente en América Latina pareciera ir tomando rumbos “democráticos” extraños. En México por ejemplo, el nuevo presidente está restringiendo presupuesto a todos los ministerios públicos e instituciones de toda índole para invertirlo en atención social y “favorecer” a los más necesitados. Entonces se gana el favor de los más desposeídos, los hace dependientes de sus dádivas y los ministerios e instituciones que a las cuales rasuraron sus presupuestos deberán depender más de su poder. ¿Cómo les parece?
Es claro, que ningún hombre por intelectual, letrado o salido de las capas sociales más baja de la sociedad gobernará con justicia sino tiene a Dios en su corazón. Y de eso, adolece el mundo de los políticos. En los países latinoamericanos como el nuestro, se están produciendo lo que han llamado “mutaciones gubernamentales”. Son democracias que mutan a dictaduras constitucionales y esto es una tragedia. “La mutación gubernamental que vivimos abandona gradualmente toda vinculación constitucional o con los fundamentos básicos del constitucionalismo” De allí, que el futuro sea incierto.
JORGE WASHINGTON tuvo razón al afirmar que “Es imposible gobernar bien al mundo sin Dios y la Biblia”. Imagínense ahora, si los gobernantes son seguidores de Satanás con sus creencias, hábitos espirituales y toda acción inclinada hacia el espiritismo. El cuadro en cuanto al futuro y a la aplicación de una justicia basada en principios verdaderamente democráticos será imposible. Hasta la semana próxima Dios mediante por la WEB.
William Amaro Gutiérrez
