El destino de Venezuela de los últimos años se ha convertido en un marasmo indescifrable, además de enigmático. Un perturbador rompecabezas de agravios, decisiones tormentosas y traiciones por doquier. Es ese complejo juego de mover fichas en un tablero insondable y abismal, que pese a manejarse las estrategias con sumo cuidado y darle cara a cualquier ataque del adversario, se tiene siempre el mismo resultado desalentador.
Pese a ello, aspiramos a un desenlace generoso. Nos cansamos de los enormes esfuerzos, los riesgos de nuestros jóvenes en las calles y de la tensión de pesadilla por lo que sucederá. Sobre todo, nos hastiamos de los buenos modos y comprendimos que utilizar los argumentos de la democracia no tiene sentido, frente a una camarilla de inescrupulosos que desconocen sus preceptos.
Veo que el mundo está cambiando a nuestro favor. Los países comienzan a reconocer que los desafueros del continente parten desde Cuba y tienen su asidero en Venezuela.
El ataque terrorista perpetrado recientemente en Colombia para desestabilizarla y llenarla de preocupación, ha permitido entender cómo se manejan los entramados cubanos para dañar la paz y cómo nuestro país se ha convertido en la mejor trinchera para los insurrectos. Lo ha reconocido el propio presidente neogranadino, Iván Duque, y ha tomado las medidas para que no le vean la cara de ingenuo.
Reitero que el apoyo internacional será decisivo y fundamental en el acontecer venezolano. Por supuesto, antes se vivenciarán encrucijadas y sucesos trepidantes. Por eso sé que Maduro no duerme a pierna suelta y que sus trasnochos se complican con sueños amargos.
Ya en Wikipedia se redacta una historia verdadera desde los vocablos anglosajones. Aparece Juan Guaidó ataviado con la investidura de Presidente interino, sumado a la explicación de su lucha feroz por componerle el rumbo a un país con todos los componentes para ser próspero.
Eso causó burla en Maduro, quien despotricó de este hecho y se mofó con un tono exasperado: “la oposición tiene un presidente de la república de Wikipedia”. Su disgusto se vio más acrecentado, cuando en este portal lo señalan a él con una legitimidad discutida y casi como un usurpador.
Sabemos que Wikipedia es redactada en tiempo real y muchos de quienes elaboran sus textos, no son avezados historiadores ni eruditos contemporáneos. Pero también sabemos que la enciclopedia digital Encarta dejó de elaborarse hace una década, porque no pudo con la competencia voraz de este espacio web y su incidencia en los usuarios.
Si esta enciclopedia virtual en el idioma inglés se tomó el atrevimiento de enmarcar la realidad y tomar con valentía el toro por los cachos -como también lo ha hecho el secretario general de la OEA, Luis Almagro, al coronar a Guaidó como jefe de Estado interino-, pienso que el país entero puede asumir una posición, no solo similar, sino además ejemplar y afrontar este tortuoso camino por restituir la democracia.
El mundo se lavó la cara, se puso los espejuelos y aspira soluciones justas para una nación con el alma en vilo. Ahora Guaidó requiere de nuestra presencia masiva el próximo 23 de enero, en una marcha con la consigna irremediable del cese a la usurpación. Una movilización que servirá como un acto simbólico para instalar la piedra fundacional de un gobierno de transición próximo.
El presidente de la AN ya es reconocido en gran parte del planeta como el regente interino del Ejecutivo nacional. Es un importante paso para que los desenlaces se generen de manera correcta, para lo cual se requiere del aliento popular y de una fe resistente antes los escamoteos del comunismo cubano.
Tal vez la paz ansiada se dé por la desesperación y la traición interna, en el círculo cercano del todavía gobernante de Miraflores. Ha perdido el combustible ideológico y no levanta ni un suspiro en sus adeptos. O la Fuerza Armada se ponga de acuerdo y decida cambiar a su comandante en jefe, para no verse arrastrado por su propia debacle.
Solo Dios sabe de la fortuna y los sucesos venideros. La fe cumplirá un papel importante, por lo cual debemos eliminar la sensación de aniquilamiento y cumplir con el oficio disciplinado de la esperanza. Hoy estamos más cerca que ayer de la anhelada libertad.