Rescatistas en helicóptero buscaban el sábado supervivientes en una enorme zona del sureste de Brasil que quedaron atrapados por el lodo del derrumbe de la presa que contenía los desechos de las minas, con al menos nueve muertos y hasta 300 desaparecidos.
Casi un día entero desde que ocurrió el desastre, encontrar muchos más sobrevivientes parecía cada vez más improbable.
«Lo más seguro es que a partir de ahora vamos a estar recuperando cuerpos», dijo Romeu Zema, gobernador del estado de Minas Gerais.
Los trabajadores de la empresa minera brasileña Vale estaban almorzando cuando colapsó una presa de contención de relaves, sepultando al restaurante y a la comunidad circundante en un fango marrón rojizo.
La situación de los trabajadores y de otras personas en la ciudad de Brumadinho se desconocía el sábado por la mañana, pero el presidente Jair Bolsonaro y otros funcionarios ya han descrito la devastación como una «tragedia».
Hasta el sábado se habían recuperado nueve cadáveres, informó la oficina del gobernador del estado de Minas Gerais en un comunicado, pero se teme que haya muchos más a medida que los equipos de rescate y recuperación excavan entre el lodo.
El director general de Vale, Fabio Schartzman, dijo desconocer las causas del desplome. El incidente ocurrió cuando unos 300 empleados se encontraban laborando. Unos 100 ya fueron hallados y se intentaba determinar el paradero del resto.
“Las principales víctimas fueron nuestros propios trabajadores”, declaró Schartzman en conferencia de prensa. El lodo cubrió un restaurante a la hora de la comida, agregó.
Algunas zonas de la ciudad de Brumadinho fueron desalojadas, y los bomberos realizaban rescates con un helicóptero y vehículos terrestres. El canal local de televisión TV Record mostró un helicóptero de bomberos volando a centímetros del suelo mientras sacaban a una mujer cubierta de lodo de las aguas residuales.
Las fotografías mostraban techos de inmuebles que sobresalían sobre un extenso terreno cubierto de lodo, que también bloqueó caminos. El torrente de desechos llegó hasta la comunidad de Vila Ferteco y a una oficina administrativa de la compañía minera brasileña Vale SA, donde había empleados.
El presidente Jair Bolsonaro expresó que lamentaba el incidente y que enviaría a tres ministros de gabinete al lugar.
“Adoptaremos todas las medidas posibles para minimizar el sufrimiento de las familias y las víctimas”, afirmó Bolsonaro en un discurso que publicó en su cuenta de Twitter.
Bolsonaro, que asumió la presidencia el 1 de enero, tenía previsto recorrer el sábado la zona en helicóptero. El gobernante derechista prometió en su campaña impulsar la economía de Brasil en parte con la eliminación de controles a la minería y otras industrias.
Grupos y activistas ambientales dijeron que el vertido de relaves del viernes ponía de relieve la falta de controles.
El derrame más reciente “es una triste consecuencia de las lecciones no aprendidas por el gobierno brasileño y las compañías mineras responsables de la tragedia en la presa Samarco, también controlada por Vale, en Mariana”, afirmó Greenpeace en un comunicado.
“La historia se repite”, tuiteó Marina Silva, exministra del ambiente y tres veces candidata presidencial. “Es inaceptable que el gobierno y las compañías mineras no hayan aprendido nada”.
Los ríos de residuos mineros han generado temor de una contaminación generalizada.
De acuerdo con el sitio web de Vale, los relaves están compuestos principalmente de arena y no son tóxicos. Sin embargo, un informe de la ONU encontró que los desperdicios del desastre de 2015 “contenían altos niveles de metales pesados tóxicos”.
Vale es la compañía minera más grande del país. Dos horas después del accidente, sus acciones cayeron 10% en la Bolsa de Valores de Nueva York.
En 2015, otra presa operada por Vale y la compañía minera australiana BHP Billiton colapsó en la ciudad de Mariana, en Minas Gerais, causando la muerte de 19 personas y el desalojo de cientos más.
El colapso de 2015, considerado el peor desastre medioambiental en la historia de Brasil, dejó a 250.000 personas sin agua potable y provocó la muerte de miles de peces. Unos 60 millones de metros cúbicos de residuos contaminaron ríos y llegaron al Océano Atlántico.
Schartzman señaló que lo sucedido el viernes fue “una tragedia humana de mayores dimensiones que la de Mariana, pero posiblemente el daño ambiental será menor”.