En diciembre del año 2018, en una carretera Venezolana mueren dos famosos peloteros profesionales en un accidente de tránsito. La investigación arrojó que sus muertes fueron consecuencia del choque contra unas enormes piedras que fueron deliberadamente puestas en la vía para cometer asaltos a los conductores.
En julio del 2011, en la isla de Utoya, Noruega a 9.000 kilómetros del sitio donde murieron los peloteros, un terrorista asesinó a 77 adolescentes,que representaban los mejores prospectos políticos de aquel país.
¿Qué relación existe entre estos dos hechos, geográficamente distanciados por el Atlántico y la película 22 july?, pues quizás la respuesta gire en torno a cómo las dos sociedades manejaron la pérdida repentina de sus jóvenes baluartes. En la película del director Paul Greengrass (el mismo de Vuelo 93, Capitán Phillips) no sólo se aborda magistralmente la masacre y el viaje físico y emocional de unos de los sobrevivientes, sino el manejo de los medios de comunicación, las familias, la ley y el comportamiento de los involucrados, revelándonos al mismo tiempo datos de cómo se construye aquella sociedad.
No se trata de que usted haga una estresante comparación de leyes, ni menos que caiga en un pesimismo extremo entre lo ocurrido en Yaracuy y Oslo. No, más bien, preste atención a cómo un mismo hecho de muerte absurda se puede manejar de forma distinta.La coherencia de los ciudadanos, sus convicciones, su fe y una visión global de todo lo que acontece dibuja lo que son hoy, y sobre esa coherencia quizás usted encuentre alguna respuesta de lo que hoy nos acontece como país.
En la película se muestran ciudadanos furiosos y dolidos, protestando a sus políticos y cuestionando su seguridad, pero también dentro de un equilibrio social e individual (un país es usted y soy yo), es decir, no leerá en redes sociales pidiendo a Dios que intervenga y un mensaje más atrás exigiendo asesinar a los asesinos, tampoco verá exigir lo que en el fondo se sabe no se da ni se practica. Es una película oportuna para el tiempo donde se aproximan cambios que exigirán otro tipo de ciudadano. El ejemplo y el manejo de las emociones pueden dibujar el país nuevo que tanto se quiere.