Hay palabras que son bonitas por su sonido, lo cual depende mucho, no sólo del tipo de vocales que llevan, sino de la distribución de éstas en ellas. Sabemos que hay vocales abiertas -las llaman también llenas- y vocales cerradas o débiles. Las primeras son a, e, o, las segundas i, u. La e, dentro de las abiertas, es la menos, digamos que es una intermedia entre las abiertas y las débiles y por eso juega en la palabra una función de equilibrio y hasta de cierta neutralidad. Todo esto tiene importancia en la poesía, que es música hablada, porque con las vocales se pueden expresar sentimientos, estados de ánimo. Las débiles dicen más de angustia, búsqueda, dolor; las abiertas de gozo, encuentro, plenitud. El poeta, aunque casi siempre hace esto de forma inconsciente porque lleva dentro esa musicalidad y simplemente le salen en su creación las palabras acordes, también, al trabajar su poema, puede hacerlo conscientemente. No sé en cuál de los casos estaría San Juan de la Cruz cuando escribió la primera estrofa de su inmortal Cántico Espiritual:
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
¿Y las consonantes no juegan nada? ¡Por supuesto! Volviendo a la comparación musical, diríamos que si las vocales son la melodía en la palabra, las consonantes constituyen los matices del acompañamiento, se combinan y crean resonancias armónicas.
La palabra incertidumbre es una bella palabra de melodioso sonido, con razón un bolero conocido la relaciona con el amor y, por otra parte, no parece concordar con la duda, la angustia, el no saber con certeza qué expresa su contenido. Me atrevo a lanzar una teoría muy personal: las palabras no mienten y ésta encierra también una esperanza.
En la Venezuela de hoy vivimos una total incertidumbre. Dónde estamos, adónde vamos, en qué terminará todo esto. Y sin embargo, estamos viendo en el horizonte una débil luz que se asoma. Los últimos acontecimientos de la Asamblea Nacional están plenos de buenos augurios, sólo tenemos que apoyarlos con fe y optimismo para hacerlos realidad en un futuro muy cercano.
Y aquí viene la otra palabra hermosa que aparece en el título de este artículo: sosiego. ¡Cómo se armonizan las vocales en ella! Es en esta palabra que vamos a entrar los venezolanos de ahora en adelante. Recuperaremos la justicia, la paz, la democracia y la misericordia; todos esos valores perdidos tras 20 años de ignominia.
Venezuela renace.
Alicia Álamo Bartolomé