Las autoridades colombianas intentaban identificar el viernes a los autores de un flagrante atentado con coche bomba contra una academia de policía en Bogotá. El ataque alteró los nervios de los habitantes de la capital y suscitó graves interrogantes sobre la persistencia de las amenazas a la seguridad tras el acuerdo de paz con el grupo rebelde más grande de la nación.
Durante la noche, el número de muertos por el ataque ascendió a 21, más del doble frente a los diez reportados el jueves, lo que lo convirtió en el atentado más mortífero de los últimos años contra un objetivo policial o militar en Colombia.
Resultó especialmente perturbador porque el objetivo, la escuela General Santander en el sur de Bogotá, es una de las instalaciones más protegidas de la capital y existen indicios de que podría tratarse de un ataque suicida, algo sin precedentes en las décadas de violencia política en la nación andina.
El presidente Iván Duque, que visitó la academia después de la tragedia, tuvo cuidado de no culpar a grupo armado alguno, pero condenó lo que él calificó de un acto terrorista «infame» que recordó algunos de los capítulos más sangrientos del pasado reciente de Colombia.