#DivinaPastoraIMP | Visitas de la imagen en las crónicas de la capital musical

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Es realmente interesante leer aquellas crónicas de antiguos cronistas e historiadores que plasmaron en detalle las primeras procesiones de la imagen de la Divina Pastora por aquellas angostas calles polvorientas del Barquisimeto de tiempos pasados.

Nos referimos a las anotaciones del notable historiador Hermano Nectario María, de la congregación La Salle, quien además hizo una minuciosa investigación en los archivos arquidiocesanos, apuntando que la sagrada imagen fue realizada entre los años 1779 a 1792.

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Reseña el preclaro historiador Rafael Domingo Silva Uzcátegui, que desde que cesó la epidemia del cólera en Barquisimeto al llevar en procesión la imagen de la Divina Pastora de Santa Rosa, se le profesa allí una devoción tal, que es difícil expresarla con exactitud.

“A partir de aquel 14 de enero de 1856 y durante todo el transcurso de un siglo, todos los años, sin exceptuar uno solo, ni aun en las épocas de guerras civiles, ese día, a las cinco de la mañana sale de Barquisimeto una peregrinación, a pie, hasta Santa Rosa para traer en la tarde, a su querida imagen de la Divina Pastora”.

Se engalana para su recibimiento

Plasma Silva Uzcátegui que ese día, 14 de enero, la ciudad se engalana para recibir a la excelsa patrona de los barquisimetanos.

“En las calles por donde ha de pasar, se levantan arcos triunfales. Muchas personas adornan las ventanas de sus casas con banderas blancas y azules, palmas, ramos y bombillos de colores”.

Agrega el escritor que en tiempos donde no había luz eléctrica “existía la piadosa costumbre de poner en las ventanas, briseras con velas encendidas para alumbrar
la calle”.

Igualmente describe Silva Uzcátegui, que los vecinos de Barquisimeto colocaban en los ventanales platillos donde quemaban incienso al pasar la Virgen, y desde la víspera, repiques de campanas en todos los templos, para expresar la alegría de la población.

Siete kilómetros con 12 hombres

Reseña Silva Uzcátegui, que la imagen de la Divina Pastora, “hasta fecha relativamente reciente, era transportada en un pesado mesón de madera. Se necesitaban 12 hombres metidos debajo para cargarla, cada uno con tres rodetes
de trapo sobre la cabeza para poder soportar el peso”.

Apunta en su obra, que delante de la Virgen “iban dos hombres levantando el paño que cubría el mesón, a fin de que pudieran ver el camino los cargadores y les entrara aire fresco”.

De trecho en trecho, escribe, se relevaban los grupos de 12. Pero uno de los devotos me ha dicho que en una ocasión 12 de ellos que venían cargando el mesón con la Virgen desde Santa Rosa, hicieron el propósito de llevarlo sin relevo
hasta la iglesia Catedral de Barquisimeto, (Iglesia San Francisco ubicada en la hoy Plaza Lara) y lo consiguieron, pero naturalmente, tuvieron que hacer un gran esfuerzo para vencer la sofocación y el cansancio que implica el caminar siete kilómetros en esas condiciones.

Su venerada llegada

Culminaba la procesión a eso de las cuatro de la tarde en la Catedral de Barquisimeto (iglesia San Francisco), en donde un coro de niñas, regularmente alumnas del Colegio de la Inmaculada Concepción, saludaban a la Virgen con el himno que para ella compusieron el doctor Simón Wohnsiedler (música) y el poeta
Andrés Delgado (letra). Más tarde se realizaban los oficios religiosos.

Relata que el recibimiento que entonces se tributaba a la Virgen, tenía todo el carácter de solemnidad y majestuosidad que requiere un acto religioso.

La Orquesta Mavare tuvo siempre como una devoción acompañar la procesión del 14 de enero, para tocar marchas religiosas.

La procesión sin el niño

Destaca el historiador, que en las procesiones, siempre va un sacerdote con los
peregrinos a buscar la imagen.

-Desde que fue designado cura de Altagracia hasta su muerte, lo hacía todos los
años el presbítero Juan Falcón, tan recordado y querido en Barquisimeto, por su
entusiasmo para estas cosas, por sus virtudes y su carácter amable, sencillo y bondadoso, cuenta Silva Uzcátegui.

Narra que este sacerdote se levantaba a las tres de la madrugada de cada 14 de
enero, y a las 5 de la mañana se iba con los peregrinos a pie hasta el pueblo de
Santa Rosa.

A mediodía salían de regreso con la Divina Pastora para estar a las cuatro de la tarde en la entrada de Barquisimeto, que entonces era una plazuela frente a la
casa del señor Casimiro Casamayor, muy devoto de la Virgen, precisa.

Hasta allí la traían tapada para protegerla del polvo del camino, con una especie de caja cuadrada que llamaban camarín. En ese punto le colocaban el Niño Dios en los brazos.

Dice Silva Uzcátegui, que el padre Juan al momento de descubrir a la Virgen, entonaba una Salve que acompañaban en coro un grupo de cantantes ensayados por él.

Fuente:
Hermano Nectario María. Historia de la Divina Pastora. Barquisimeto 1925 Rafael Domingo Silva Uzcátegui. Barquisimeto, historia privada. Caracas 1959 Luis Alberto Perozo Padua Fotos: Francisco Villazán y José Antonio Peña. Archivo EL IMPULSO

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