#DivinaPastoraIMP | La Madre de Dios siempre será ejemplo espiritual

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Hablar de la Virgen María necesariamente es hablar de la vida, de lo cotidiano, de lo sencillo, de lo humilde, de lo esencial. María es la experiencia más bella del Evangelio, en ella Dios se ha hecho buena noticia para el pueblo humilde y sencillo, por eso su rostro moreno, indio, blanco, negro, mestizo, es la encarnación viva, real, hermosa del Dios hecho hombre en las entrañas de una mujer, una joven de Nazaret, quien, con su sí generoso hace posible el milagro de amor más grande: “La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.

María es la encarnación más perfecta de la Espiritualidad Cristiana. En los inicios de este nuevo siglo ella nos marca el camino seguro para encontrar a quien es “El camino, la verdad y la ida: Jesús».

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Es importante descubrir dónde está la clave de esta espiritualidad mariana que puede ser la tuya, la mía y la de cualquier ser humano sediento de verdad, sediento de Dios.

María, vive su vida en un camino de fe, por eso se le ha llamado Peregrina de la fe en América Latina. Todos los momentos de su existencia terrena han estado marcados por una fuerte experiencia de fe, de pobreza, y de amor; María realiza su misión “amando sin milagros y viviendo de la fe”, esta es la síntesis de todos los años que transcurrieron en la oscuridad y anonimato de Nazaret, un pueblo insignificante donde, a golpe de fe, de amor y de mucha esperanza, se tejía la historia de salvación de la humanidad.

Cómo quisiéramos hoy ir a esta Escuela de Nazaret y aprender tantas lecciones que hemos olvidado y que tan urgentemente necesitamos para darle sentido a nuestra existencia. Qué importante es que ante tantas propuestas de “falsas salidas” tengamos el valor suficiente para que con profunda humildad busquemos purificar la mirada y “volver a lo esencial”, volver a Nazaret, a la sencillez y la simplicidad delo cotidiano donde Dios “acontece”, se hace historia, camina con nosotros, nos salva. Nazaret aquí volvemos para aprender.

La lección de la vida familiar auténtica; la lección del perdón incondicional, del respeto mutuo; la lección permanente del diálogo fecundo; del amor hecho gesto y palabra oportuna. Volvamos la mirada a este lugar teológico donde Dios se sigue revelando, donde Dios hecho hombre acepta su condición humana y como lo dice el evangelio de Lucas “Bajó con ellos Nazaret y vivió sujeto a ellos y Jesús crecían sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”. (Lucas 2,51-52).Hablar de María es hablar de pueblo, por medio de ella Dios se hace carne. Entró a formar parte de nuestra historia. Ella es el punto de enlace del cielo con la tierra.

“Sin María el Evangelio se desencarna, se desfigura y se transforma en ideología, en racionalismo espiritualista” (Prueba 301). María es la mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio (Mateo 2, 13-23). El pueblo cristiano sabe de esto y es por eso que siempre la considera hija del pueblo, mujer humilde, madre entregada, siempre fiel al plan de Dios, servidora del hermano que necesita, así la contemplamos al recorrerlas páginas del Evangelio donde, de manera discreta y acertada, hace notar su presencia: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1,38). “No tienen vino” (Juan 2,3) “Hagan lo que Él les diga” (Juan 2,5).El Magnificat (Lucas 1, 46-46) proclamado por María es un canto de liberación, es un poema profético de anuncio y denuncia de todas las situaciones injustas, inhumanas que atentan contra la dignidad del ser humano.

Es el preludio del Sermón de la Montaña (Mateo 5-7); la síntesis de la espiritualidad de los pobres de espíritu a quien Jesús llamará “Bienaventurados”. Todo esto nos permite asegurar una vez más quemaría tiene que seguir siendo “la pedagoga del Evangelio”, la acompañante espiritual de nuestra vida de seguimiento a Jesús, de compromiso con los demás y de la gran tarea de hacer presente el Reino de Dios.

La Iglesia madre y maestra nos la presenta bajo múltiples advocaciones, distintas maneras de llamarla, de invocarla, y cada nombre que damos a María tiene toda una historia, me atrevería a afirmar que contiene una experiencia espiritual profundamente cristiana, eclesial, fraterna y misionera. María Madre de la Iglesia, Estrella de la Evangelización, Nuestra Señora de Guadalupe, Virgen del Carmen, Rosa Mística, Virgen del Valle, Nuestra Señora de Chiquinquirá, Madre del Perpetuo Socorro, Divina Pastora aquí está tu pueblo una vez más caminando contigo, buscando a Jesús, luchando por hacer de este mundo, de esta Venezuela, una patria más justa, más humana, más fraterna. Hermana nuestra acompaña nuestro diario vivir, fortalece nuestras familias, comunidades, bendice nuestros niños, jóvenes, ancianos y enséñanos tu disponibilidad y apertura a la voluntad de Dios. Ayúdanos a vivir el gran desafío de la comunión, intercede por nosotros para que la paz sea posible en el mundo entero. Sé el consuelo de los que sufren, la fe de los que vacilan, la luz delos extraviados. Ven con nosotros a caminar, Santa María ven.

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