Esta católica ciudad del Turbio se apresta, con inusitado y cálido entusiasmo,
a recibir en la tarde de hoy la visita anual que le hace la Santísima Imagen de la Divina Pastora.
Es bajo esa dulce advocación de Divina Pastora de Almas que recibe el más puro homenaje de amor del pueblo barquisimetano la Gloriosa Reina del Cielo.
La ferviente devoción que se le tributa a la imagen amada -acrisolada por sus milagros, que como fresco rocío de ventura han aliviado tantos miles de corazones torturados- se trasmite de generación en generación, como un precioso legado espiritual que forma parte muy íntima del tesoro familiar de nuestros hogares cristianos.
Esa devoción salvadora, que es honra y orgullo de esta colectividad, cristaliza anualmente en esa alegría purísima que invade las almas en este día feliz que la tradición ha fijado para la entrada triunfal de la santa imagen al recinto de la ciudad que la venera y la proclama Reina y Señora.
Desde su santuario de Santa Rosa hasta nuestra Iglesia Catedral sólo encontrará ella en su camino frescas rosas de amor, blancos lirios de fe y azucenas con aroma de esperanzas en su divina bondad.
El estandarte de nuestra religión flotará hoy muy en alto, como queriendo volar hacia la altura para ser el mensajero de este triunfo de la piedad cristiana en honor de María Inmaculada.
Que la permanencia de la Divina Pastora en esta ciudad sea manantial de gracia para sus cristianos moradores.
