Una inflación de 23 millones por ciento y una contracción de la economía de 11,8%, son algunas de las estimaciones que adelanta Torino Económics, en su primer reporte de 2019, en el cual expone sus criterios sobre el desempeño de la economía venezolana y ecuatoriana, durante los próximos 12 meses, las cuales no son muy alentadoras en el caso venezolano.
“Esperamos que el 2019 sea otro año de contracción económica e hiperinflación para Venezuela. La ausencia de un programa de ajuste macroeconómico coherente, aunado a los menores niveles de producción petrolera y la caída de los precios del crudo, implica que el país tendrá acceso a una cantidad sustancialmente menor de ingresos en divisas que en 2018”, señala.
Para la firma, en este contexto, será “casi imposible evitar otro año de profunda recesión”. Calcula que la economía se contraerá 11,8% en 2019, para una caída acumulada de 51,8% desde 2013, motivada por una significativa disminución de las exportaciones petroleras y por distorsiones generalizadas a nivel micro, además de grandes desequilibrios macroeconómicos. En este sentido, considera que será casi imposible para la administración de Maduro implementar una estabilización exitosa. Como consecuencia, la firma espera que la monetización del déficit continuará impulsando la inflación, que alcanzará una cifra cercana a los 23 millones por ciento en 2019.
Al referirse a la deuda externa, Torino Economics calcula que el país seguirá acumulando superávits de cuenta corriente, dado que no tiene acceso a financiamiento externo. Estos fondos, estima la firma, son destinados al pago de deudas con China, Rusia, tenedores del bono PDVSA 2020 y algunos procesos arbitrales del CIADI, como el caso de Gold Reserve, ConocoPhillips y Crystallex. “Calculamos que, para amortizar estas deudas, el país pagó USD 7,9 millardos en 2018, lo que consumió una buena parte del superávit de cuenta corriente de 2017”, precisa el reporte.
Advierten sin embargo, que la acumulación de superávits será difícil a partir de 2019, cuando empiece a tener efecto la escasez de divisas producto de la caída de la producción petrolera y la baja en los precios. “Esperamos que las exportaciones caigan de USD 30,1 millardos a USD 20,7 millardos, una reducción de 31,2%. Mantener el mismo superávit requeriría reducir las importaciones en USD 10 millardos, lo cual claramente no es posible. Consideramos que las importaciones de bienes y servicios caerán USD 4,5 millardos”.
Por lo tanto, el superávit de cuenta corriente pasará de USD 5,7 millardos en 2018 a apenas USD 2,4 millardos en 2019, según los cálculos incluidos en el informe. “La implicación de esto es que Venezuela podrá servir incluso menos deudas en 2019 que las que pudo pagar en 2018. En otras palabras, excluyendo la posibilidad de una importante recuperación de los precios o de la producción de petróleo, creemos que Venezuela entrará en impago con algunos acreedores a los que hasta ahora ha encontrado la forma de pagarles”, indica la firma.
Según Torino Economics, hasta los momentos, Venezuela ha cumplido con sus compromisos en cuatro categorías: China, Rosneft, los tenedores del bono PDVSA 2020 y arbitrajes internacionales. Para poder lograr la reducción del superávit de cuenta corriente que la firma estima necesaria, el país tendría que dejar de pagarle a al menos uno de estos de acreedores.
Bajo este escenario, se estima que un default con Rosneft es más probable que el impago de los compromisos con China. “Las empresas mixtas con Rosneft abarcan actualmente 11,2% de la producción, un poco menos que el 13,9% que representan las empresas chinas, y no han aumentado su producción tan rápidamente como estas últimas”, indica la firma.
Además, considera probable que el gobierno contemple no pagar la amortización del bono PDVSA 8,5% 2020, garantizado por las acciones de la casa matriz de Citgo, el brazo refinador de Pdvsa en Estados Unidos. Del mismo modo, es posible que incumpla con los compromisos adquiridos por procesos de arbitraje internacional, como el caso de Crystallex, cuya estrategia de ejecución se ha concentrado en buscar el embargo de Citgo.
“Creemos que el valor de Citgo para Venezuela es limitado dado la incapacidad el país para extraer dividendos o sacar provecho de sus activos. En la ausencia de las sanciones estadounidenses, el nuevo dueño de Citgo probablemente mantendría la relación comercial con PDVSA. Por lo tanto, dado del costo del default con otros acreedores, vemos cada vez más probable que las autoridades consideren no pagar las obligaciones con los tenedores del bono PDVSA 2020, cuyos títulos están garantizados por derechos sobre los activos de la refinería venezolana en Estados Unidos, Citgo”, indica el reporte.