Luego de que la marcha de la oposición llegase a las cercanías de la avenida Vargas, volvió a ser víctima de una represión por parte de los funcionarios del FAES, Guardia Nacional Bolivariana y la policía municipal.
Esta represión se prolongó por unos minutos y se intensificó, haciendo que los protestantes se dispersaran de la zona para cubrir su integridad.
La forma de reprimirles fue mediante la utilización de bombas lacrimógenas.
Después de esto, la cantidad de protestantes decayó pero se mantuvo una gran cantidad de personas firmes ante la protesta, afirmando que la misma es de forma pacífica y democrática.