El 94% de la población venezolana no cuenta con ingresos suficientes para pagar los precios de una canasta de alimentos y de servicios básicos por las extremas condiciones de privación económica, revela el Reporte Nacional de la Emergencia Humanitaria Compleja en el caso específico del derecho a la Alimentación del 2018, elaborado por El Observatorio Venezolano de la Salud (OVS).
La institución advierte que Venezuela pasa por una Emergencia Humanitaria Compleja desde 2015 que compromete severamente el derecho humano a la alimentación de sus 31.8 millones de habitantes y especialmente de las poblaciones y comunidades en extrema pobreza por los efectos del hambre y la desnutrición.
Advierte asimismo que actualmente, se encuentra entre los países del mundo con grave inseguridad alimentaria. El derecho humano al acceso, disponibilidad y utilización de los alimentos, en la cantidad y calidad necesaria para un consumo adecuado, se ha hecho imposible para la mayoría de los venezolanos, trayendo como consecuencia un acelerado deterioro nutricional de la población, siendo más afectados los niños y niñas, las embarazadas, las personas de edad, las personas en condiciones crónicas de salud y las personas que se encuentran recluidas o en zonas de difícil acceso geográfico.
La falta de nutrientes, calorías y proteínas entre la concepción y el final de los 2 años de vida, representa una amenaza para el crecimiento y desarrollo físico, mental y social de las nuevas generaciones.
Otras cifras dramáticas
Con una caída de la producción nacional mayor a 60% y de las importaciones en más de 70%, la población venezolana enfrenta una escasa disponibilidad de alimentos. En efecto, desde 2014, la producción interna y las importaciones de alimentos han caído simultáneamente en Venezuela.
La disminución de los productos agrícolas era compensada con altos niveles de importación, equivalentes a 65% de la ingesta calórica, pero las importaciones también se desplomaron cayendo 70% entre los años 2014 y 201610, lo cual continuó sucediendo en 2017 y 2018.
El 80% de los hogares venezolanos vive en inseguridad alimentaria por el cierre de establecimientos, la escasez y costos de los alimentos y las dificultades para cocinar por falta de agua, gas y electricidad.
El 64% de los venezolanos había perdido unos 11 kg de peso entre 2016 y 2017, por el acelerado deterioro de la ingesta de alimentos en la cantidad y calidad necesaria, siendo más afectados los niños y las mujeres.
En febrero de 2018, 4 Relatores Especiales y Expertos Independientes de las Naciones Unidas en pobreza y derechos a la vivienda, alimentación y salud, indicaron que “…miles de personas en Venezuela sufren hambre, no tienen acceso a medicamentos esenciales y están tratando de sobrevivir en una espiral que no parece tener final ” haciendo un llamado a la urgencia de medidas para enfrentar la crisis en Venezuela y evitar una tragedia de grandes proporciones.
Entre agosto y septiembre de 2018, la Encuesta sobre la Seguridad Alimentaria en el municipio Maracaibo del estado Zulia realizada por Codhez, con base en la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria, arrojó que 75,8% de los hogares se habían quedado sin alimentos en los últimos tres meses por falta de recursos económicos, 54% de los adultos comieron una vez al día y 6,9% dejaron de comer durante todo un día. Asimismo, 29,6% de los hogares reportó la situación de niños que solo podían comer una vez al día. En 7,5% de los hogares, los niños no comieron durante todo un día.
De 5% a 11,5% subió el porcentaje de población subalimentada en Venezuela entre 2016 y 2018, y la desnutrición aguda global alcanzó porcentajes de emergencia en niños menores de 5 años y embarazadas de parroquias pobres.
De acuerdo con el Informe, el 25.000 embarazadas no reciben control prenatal y 7.500 se controlan tardíamente en el octavo y noveno mes de embarazo, lo cual pone en riesgo sus vidas y las de sus hijos en un contexto de emergencia alimentaria.
Señala el documento que la combinación de emergencias en alimentación y salud, disminuye las probabilidades de que los niños más pequeños y las embarazadas que sufren de desnutrición severa tengan oportunidad de sobrevivir. El aumento de la mortalidad materna en 66% y de la mortalidad infantil en 30% entre 2015 y 2016, según el último Boletín publicado por el Ministerio de Salud.
Es producto de emergencias concurrentes en el sistema alimentario y en el sistema sanitario público de salud que combinadas disminuyen las probabilidades de sobrevivencia de embarazadas y recién nacidos al introducir la desnutrición en una situación de colapso de los servicios materno-infantiles por falta de insumos, medicinas, personal, instalaciones y equipos operativos y adecuados, mucho más cuando el número de niñas y adolescentes embarazadas es muy alto como sucede en Venezuela.
Un 33% de los niños entre 0-2 años de edad de sectores pobres, tiene retardo de crecimiento según el indicador talla/edad; exponiéndolos a irremediables trastornos del desarrollo y enfermedades a futuro.
Ante las políticas de privación y dependencia, que incluye la negativa a reconocer la emergencia y no publicar cifras oficiales, las familias se han visto forzadas a adoptar estrategias de sobrevivencia, incluyendo emigrar, destaca el Informe de la OVS.