Los venezolanos siempre pasábamos la Navidad y el Año Nuevo en familia. Aunque después nos fuéramos a una fiesta, siempre estaba la reunión casera, con la familia cercana y la familia extendida. Recuerdo a una amiga estadounidense que me decía que los venezolanos éramos todos primos. Hoy, con la diáspora causada por el chavismo, los venezolanos celebramos la Navidad con quien podemos… y muchos ni siquiera la celebran, porque no están en su hogar.
¿Y dónde está el hogar? Porque si algo tenemos claro es que el hogar no es una casa.
El hogar es esa sensación maravillosa que proviene de estar en un sitio donde uno se sabe amado. Donde se han pasado los momentos más alegres y también los más tristes. Donde las comidas tienen sabores que nos acompañan toda la vida. Donde las risas se quedaron guardadas en cada cuarto. El hogar es donde quedaron las lágrimas por la pérdida del primer amor y las esperanzas que trajeron nuevos amores. El hogar es el lugar donde se compartió con los amigos días y noches que se reviven igualitos cada vez que se evocan. Es el lugar donde escondimos secretos, donde se los revelamos a alguien, donde quedaron nuestros recuerdos y también nuestros olvidos.
El hogar es el lugar donde están nuestras raíces, donde el sentido de pertenencia tiene razón de ser, donde están enterrados nuestros muertos. El hogar es el que añoran nuestros vivos. El hogar está o estuvo cerca de nuestra primera escuela. Está donde vivimos el primer triunfo. Donde lamentamos el primer fracaso. Donde nos caímos y nos volvimos a levantar. Donde nos vimos reflejados en otros ojos y sentimos que no estábamos solos.
El hogar es el lugar adonde se vuelve cuando se ha sufrido mucho, porque ahí nos sentimos seguros, aunque sea el lugar más inseguro del mundo. ¿Qué hace que un país destrozado como está nuestra Venezuela produzca esa nostalgia de añorarla como se añora el hogar?… Venezuela es nuestro hogar grande. Donde los panas son más panas que en ningún otro lado y las hallacas de las mamás, las mejores. Donde se rumbea hasta el agotamiento. Donde los dolores del otro, son también los nuestros.
A todos los venezolanos que están lejos de su hogar les deseo fe en que esto se acabará. Esperanza de que su hogar los está esperando. Y mucho amor para acompañar la espera.
Carolina Jaimes Branger – @cjaimesb