En el “Padre Nuestro”, la oración del Señor, encontramos los seres humanos y no sólo los cristianos la correcta relación entre Dios y el ser humano, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político, manteniendo la unidad del único proceso: la oración que nos enseñó Jesús: La primera parte dice respecto a la causa de Dios: el Padre, la santificación de su nombre, su reinado, su voluntad santa.
La segunda parte concierne a la causa del ser humano: el pan necesario, el perdón indispensable, la tentación siempre presente y el mal continuamente amenazador.Ambas partes constituyen la misma y única oración: la de Jesús.
Dios no se interesa sólo de lo que es suyo:
- “el nombre, el reinado, la voluntad divina” sino, que se preocupa también
- por lo que es del ser humano: “el pan, el perdón, la tentación, el mal.”Igualmente:
- el ser humano“no sólo” se apega a lo que le importa: “el pan, el perdón, la tentación, el mal”,
- sino que se abre, también, a lo concerniente al Padre: “la santificación de su nombre, la llegada de su reinado, la realización de su voluntad.”
La causa de Dios no es ajena a la causa del ser humano:
En la oración de Jesús, la causa del ser humano no es extraña a la causa de Dios. El impulso con que el ser humano se levanta hacia el cielo y suplica a Dios, se curva también hacia la tierra y atañe a las urgencias terrestres. Se trata del mismo movimiento profundamente unitario, y esta mutua implicación es justo lo que produce la transparencia en la oración de Jesús:
- Lo que Dios unió: “la preocupación por Dios y la preocupación por nuestras necesidades” nadie podrá ni deberé separarlo.
- Nunca se deberá traicionar a Dios por los apremios de la tierra pero, tampoco,
- será nunca legítimo maldecir las limitaciones de la existencia en el mundo por causa de la grandeza de la realidad de Dios.
- Una y otra constituyen materia de oración, de súplica y de alabanza. Por eso consideramos el padrenuestro como la oración de la liberación integral.
La realidad implicada en el padrenuestro:
No se presenta de color de rosa, sino extremadamente conflictiva. En ella chocan el reinado de Dios y el reinado de Satanás. El Padre está cercano (nuestro), pero también lejano (en los cielos). En la boca de los seres humanos hay blasfemias, y por eso es preciso santificar el nombre de Dios. En el mundo impera toda suerte de maldades que exasperan el ansia por la venida del reinado de Dios que es de justicia, de amor y de paz. La voluntad de Dios es desobedecida, e importa realizarla en nuestras obras:
- Pedimos el pan necesario porque muchos, por el contrario, no lo tienen.
- Imploramos que Dios nos perdone todas las interrupciones de la fraternidad porque, si no, somos incapaces de perdonar a quien nos ha ofendido.
- Suplicamos fuerza contra las tentaciones, pues de otro modo caemos míserablemente.
- Gritamos que nos libre del mal porque, de lo contrario, apostatamos en definitiva.
La oración del Señor está llena de un aura de confianza alegre y de sereno abandono: Y bien, a pesar de esta densa conflictividad, , porque de todo ese contenido -integralmente- hace objeto de encuentro con el Padre.Si nos fijamos bienel padrenuestro:
- Tiene que ver, con todas las grandes cuestiones de la existencia personal y social de todos los seres humanos en todos los tiempos.
- No hay ninguna referencia a la Iglesia y ni siquiera se habla de Jesucristo, de su muerte o de su resurrección.
- El centro lo ocupa Dios juntamente con el otro centro que es el ser humano necesitado.
Jesús no comenzó anunciándose a sí mismo o a la Iglesia:
Anunció el Reino de Dios, que significa el sueño de una revolución absoluta que se propone transformar todas las relaciones engañosas, en lo personal, en lo social, en lo cósmico y especialmente con referencia a Dios. Este Reino empieza cuando las personas se adhieren a este anuncio esperanzador y asumen la ética del Reino: el amor incondicional, la misericordia, la fraternidad sin fronteras, la justicia, la aceptación humilde de Dios vivido como Padre de infinita bondad.
Amén…Así sea: Solamente podemos decir amén si unimos los dos polos: el Padre con el pan. El cristianismo se realiza en esta dialéctica: anunciar a un Dios bueno porque es Padre querido que tiene un proyecto de total liberación y, al mismo tiempo, y a la luz de esta experiencia, construir colectivamente el pan como medio de vida para todos.