En el mundo del cristianismo, la medianoche del 25 de diciembre es una celebración extremadamente sagrada, pus es la conmemoración de la venida de Jesucristo al mundo, quien en su adultez murió para salvar a todo un pueblo.
Todo inició cuando el ángel Gabriel le anunció a María que ella fue elegida “entre todas las mujeres” para ser la madre del Mesías, siendo aún virgen . “Hágase en mí tu voluntad”, fue la respuesta que dio ella al ángel.
José, un humilde carpintero que iba a desposar a María, se alarmó al saber que su futura esposa iba a esperar un hijo sin haber estado casada. El ángel Gabriel se le aparece en un sueño y le pide que confíe en Dios, pues lo que está en el vientre de Marìa es obra y gracia del Espíritu Santo.
Ella viajó hasta casa de su prima Isabel, una mujer de edad avanzada que también estaba esperando un hijo producto de un milagro del Espíritu Santo, ese mismo que durante la adultez de Jesús lo bautizaría en el río Jordán: Juan el Bautista.
Después de tres meses junto a Isabel, María viaja a Belén junto a José para empadronarse, pero estando en la ciudad, llegó la fecha de su alumbramiento. Eran muy poco el dinero que ambos tenían, por lo que al final tuvieron que utilizar un abandonado pesebre en el que María, finalmente dio a luz a Jesús.
Esta historia ha sido repetida en generación en generación desde el día uno, y debe servir como testimonio que la misericordia que tiene Dios con todo su pueblo es infinita y que su amor no tiene fronteras.