A veces pienso que la polémica en Venezuela es imperturbable. Que un tormento tapa otro, con los viles argumentos de la confusión y por lo grande del atrevimiento. Pareciera ser esa la estrategia irreprimible para mantenerse en el poder y lograr torcerle el rumbo a todo un país, con ese rigor deshumanizado, feroz y despiadado, de no importarle matar a quien sea por continuar en la usurpación del trono.
En nuestro país hace mucho tiempo que no se efectúan comicios verdaderos. Pero en los últimos tiempos la capacidad histriónica del gobierno ha ido en detrimento y sus actores pierden las facultades hasta para creerse ellos mismos, el infalible guion elaborado desde Cuba.
Acabamos de terminar un proceso de “selección de concejales” por parte del régimen. Fue tan poca la afluencia de ciudadanos decididos a seguir en el infortunio y tan nítido el rechazo de la gran mayoría a la burla, que Maduro debió reconocer la baja asistencia a las urnas y maquillar las cifras con desenvoltura.
El gobierno señaló que la abstención llegó a 72,6 por ciento, cuando en realidad rosó el 90 por ciento de votantes desinteresados, a sabiendas que en Venezuela impera una soberbia electoral, en la que el autoritarismo se paga y se da el vuelto sin el menor decoro y hacen mofa de su propia insolencia.
Lo lamentable es que nadie esperaba un resultado contrario. Los medios de comunicación y los gobiernos de todo el mundo ya reconocen que fue un acto de cinismo y muchos ya lo catalogan de farsa, demagogia y fatalidad.
Por ello, el Ejecutivo venezolano aprovechó la ocasión para renovar la alianza económica y militar con Rusia. Lo ha hecho con unas ansias exasperadas por protección ante los vaticinios de que EEUU pudiera tomar alguna determinación de resolver a su modo la falta de democracia en el país.
El peligro subyace en qué busca Moscú con estos convenios. Tal vez los rusos tengan un deseo empecinado por demostrar que tienen más aliados y roncarles a los norteamericanos en las faldas de su propio continente.
No sólo enviaron bombarderos nucleares a nuestra nación, sino tuvieron la temeridad de sobrevolar el Mar Caribe con el mayor desparpajo y haciendo guiños de guasa a los gringos.
Las maniobras duraron 10 horas, sostenidas con el alegato insalvable del Kremlin de ejercitar a sus pilotos para largas distancias. Mientras, la Casa Blanca conminó a retornar a esas aeronaves a sus tierras gélidas en Europa, considerando esta provocación como una muestra de despilfarro de los fondos públicos de dos gobiernos corruptos, sin importarles lo que sufren sus pueblos.
Podría existir una realidad oculta en estos controversiales ejercicios militares. Lo ha dicho el propio secretario de la OEA, Luis Almagro, exigiendo que se tomen las medidas necesarias para verificar si Venezuela no posee armas nucleares en su territorio.
Desde hace varios años se habla de que Irán explota uranio en zonas boscosas de nuestra nación. Que lo utiliza para fabricar energía nuclear y que se abastece pese a las restricciones ya conocidas que ha recibido sobre el tema. No sería descabellado pensar sobre una posible acción conjunta de estos dos países contra la nación estadounidense. Tampoco que estas aeronaves rusas sofisticadas, puedan transportar algún armamento nuclear elaborado o tal vez oro y retornar con sus almacenes repletos.
Pero a la vez, existen sobrados indicios de que se han perdido las divagaciones y las miradas compasivas del planeta sobre lo que sucede en Venezuela. No existen elecciones libres. Se extraviaron los modos democráticos. Que las sanciones seguirán a sus personeros hasta llegar a una determinación extrema. Por eso Maduro tratará de guarecerse con sus aliados y prevenirse de algún desenlace inevitable.
No sé hasta cuándo Rusia le seguirá el juego o qué negociación tendrán detrás de la cortina. Las posibilidades están sobre la mesa de las derivaciones, mientras la comunidad internacional lo tiene todo muy claro respecto a Maduro y su camarilla de deshumanizados.
Esperemos que pronto retorne la paz a un país que merece el privilegio de la tranquilidad. Cada día se les acaban las baterías a las excusas para la calamidad y el propósito de aislar a Venezuela del resto del mundo. Algo se espera en esta lucha por salvar a nuestro amado país.