La leyenda del Espíritu de la Navidad trata de “un ser que vino de una galaxia muy lejana, un 21 de diciembre, dicen que tenía una contagiosa alegría, que era un viajero errante y predicaba sus conocimientos, repartía regalos y bendiciones durante su recorrido”.
El Espíritu de la Navidad tiene cabida en personas que creen en la inmortalidad del alma, Jesús, hablarle y pedirle, no es pecado, y como muchas veces no sabemos pedirle, el Espíritu Santo lleva nuestras súplicas a Cristo, quien es el Único intermedio entre Dios (1ª Corintios 8:6)
La creencia en el Espíritu de la Navidad surgió en los países nórdicos, para luego ser asumido como tradición en otras regiones, como Latinoamérica. Según la leyenda de estos países, hace más de 80 mil años un ser proveniente de una galaxia lejana aterrizó en la Tierra y se hospedó en el norte del planeta, cerca de la península de Escandinavia.
Este huésped era alegre y acostumbraba a repartir regalos y sembrar conocimientos entre quienes lo rodeaban, reza la historia.
Rituales para contagiarse
Uno de los más comunes es la limpieza de las casas con esencia de mandarina, sal marina y pétalos de flores para alejar las malas energías y atraer abundancia, protección y armonía. Además se pueden encender velas de color naranja.
Escribir los deseos y propósitos que se tengan para el año próximo es también algo que suele hacerse. Lo recomendable es escribir 21 peticiones: siete por la humanidad, siete por el grupo familiar y siete para sí mismos. Algunos queman el papel y otros prefieren conservarlo para el año siguiente tacharlos en la medida en que se cumplan.
Algunos definen al Espíritu de la Navidad como una persona nórdica que repartía regalos y bienes materiales. Otros hablan de una energía angelical que trae riquezas espirituales. Los cristianos aseguran que es un día de pensamientos ante el amor por el nacimiento de Jesús