Quienes jugamos béisbol, hacemos deporte y tenemos la bendición de escribir por estos medios de tanto prestigio y proyección nacional e internacional como EL IMPULSO, no podemos dejar pasar un evento tan triste como la muerte de estos dos peloteros de Cardenales de Lara: Luis Valbuena y El Hacha Castillo.
Por cuanto, si bien es cierto la pérdida de un ser querido es de por sí muy dolorosa, a veces, la forma como uno lo pierde alimenta estados de ira, indignación y hasta odio, agravando la situación emocional de las personas afectadas. Sin embargo, esta reflexión de la cual aspiro sus familiares puedan leer, va orientada, de todo corazón, a llevar palabras de aliento y fortaleza a sus almas, por cuanto Dios verdaderamente, literalmente, lo da. Y lo decimos por experiencia propia.
Hay un texto en las Sagradas Escrituras que no se conoce mucho. Por lo general, el evento más común que utilizamos para tratar este tema, es la muerte y resurrección de Lázaro, el cual obviamente tiene un poder muy especial. Pero Isaías nos trae un texto que para mí tiene una gran proyección, no solo espiritual sino vivencial.
“Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios”Isa.57:1,2.
El Dios Todopoderoso nos está diciendo aquí, que hay ocasiones cuando él permite una persona buena baje prematuramente al sepulcro para preservarlo de males peores que pudiera tener en vida y hasta guardarlo para la Salvación. Los justos en la Santa Biblia no son una clase privilegiada o exclusiva con todos los derechos espirituales. Se entiende que cuando Dios habla del justo, se refiere a mucha gente que sin ser religiosa. Sin pertenecer a alguna iglesia cristiana tiene gran responsabilidad en la educación y en la guía de su familia por los caminos de la rectitud, el trabajo honesto, la honorabilidad y la justicia. Son bondadosos, solidarios y misericordiosos con su prójimo y esto solo lo inspira el Espíritu Santo. Incluso, pueden estar en el camino seguro de la Salvación en lugar de tantos líderes cristianos elocuentes, mentirosos, tramposos, autosuficientes, orgullosos, pedantes e hipócritas.
Mis apreciados lectores, es muy fácil que una muerte como estas nos lleve a maldecir a quienes consideramos responsables, a los delincuentes. Y hasta las autoridades incluso, por su ineficacia e indolencia y considerarlos corresponsables en el hecho. Pero Dios no quiere que vivamos así. Muriendo. Libando lentamente el pérfido veneno del odio y la venganza. ¡No! A pesar de todo lo malo que nos pueda pasar, debemos forzar nuestra voluntad, nuestros pensamientos y nuestra acción en refugiarnos en aquel que dio su vida por cada uno de nosotros para librarnos de la condenación eterna. Más aún, cuando en el aparatoso accidente nos preserva la vida, como es el caso de Carlos Rivero y el chofer del automóvil. Seguro, hay algo muy importante que Dios quiere decirnos, pero somos nosotros quienes tenemos que discernirlo. Y pronto.
El llamado de hoy es a pedir a Dios nos de ese espíritu que nos ayude a discernir el asunto, a imitar el trato que tuvo para con sus enemigos. Y atesorar en nuestra mente y en nuestros corazones esta promesa. “Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero” 1Tes. 4:16.
Hasta la semana próxima Dios mediante por la WEB.
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