Desde hace ya algunos meses la noticia más recurrente en los pocos medios independientes que quedan en pie refiere como un mantra iterativo,el pasmoso rito de los sorpresivos cierres de vías y carreteras por parte de iracundos vecinos en la ciudad y en todo el país. Hombres,niños y mujeres portando oxidadas bombonas de gas,armados con una rabia incolora pero consistente,sin mediación alguna yen cualquier sitio,cierran el paso a tirios y troyanos. Si no hay gas,pues entonces no habrá paso.
En su reclamo demandan ser dotados de una bombona de gas para poder cocinar sus escasos sus alimentos. Solo eso piden. Exigen ser atendidos por alguien con la autoridad suficiente para resolver el descomunal entuerto que esto representa. Pero muy lamentablemente esa “autoridad” luce extraviada, sorda, ausente e inútil para poder dar una acertada respuesta al reparo de miles y miles de ciudadanos.En el cierre de la última campaña electoral un vocero del PSUV llamado Eloy Rojas,aspirante a concejal y seguramente electo por forfait, nos decía en el desarrollo de un programa de TV, que el gas escasea porque la gente cocina mucho.Inclusive, orondo y sobrado advertía que hay casas de familia donde lo hacen hasta tres veces diarias. Entonces, así las cosas, yo me “engorilo” y tranco la calle.
Por ejemplo, un lunes muy temprano -ya sobre las 7.30 am-algunas comunidades enardecidas, de esas que cocinan tres veces al día, trancan la avenida Ribereña de Barquisimeto, justo a la altura del puente de Macuto. Así,de esta inusual y arbitraria manera se decreta un caos generalizado en la única arteria vial expresa que une el oeste con el este de la ciudad, y unos 20 mil usuarios de esa ruta pasan las de Caín. En otra acción similar, los vecinos del sur de la ciudad, hacen lo suyo e incomunican también El Manzano y Río Claro,comunidades auto decretadas como las nuevas zonas de expansión urbana de esta capital.
En la avenida Florencio Jiménez se repite la rutina. Hay que obstaculizar con éxito las vías más importantes en horas pico durante esa misma semana.Lo hacen con precisión milimétrica, cegando así, el paso hacia los Valles de Quíbor y los altos de Morán, justo donde radica un verdadero pulmón agrícola dela región y del país. Habla con contundencia Chirgua, Cabudare, Pavía, Barrio Unión y también La Apostoleña. No hay gas, pero si trancones, perdemos un tiempo precioso así el trabajo productivo cuantificado en cientos de horas-hombre.
Pero igual sucede en el Táchira, Mérida, Maracaibo, Puerto La Cruz, Valle de la Pascua, Mariguitar, Cumaná, Carúpano, Valencia y Punto Fijo. La gente recurrió a la combustión de leña y carbón para poder procesar los poquísimos alimentos que obtienen en un mercado bizarro, cruel, hiperinflacionario y muy mezquino. En pleno siglo 21, el bravo pueblo se hartó de cocinar como lo hacían sus ancestros durante el periodo precámbrico y salen a las calles a protestar contra esa infame discriminación que los obliga a cocinar con leña o cualquier cosa que libere el calor suficiente.
Según el investigador de Harvard, Richard Wrangham, el hombre cocina sus alimentos desde hace más de 200.000 años. Cocinar todo lo que se come, desde hace esa cantidad de tiempo, le ayudo a diferenciarse notablemente de sus primos más cercanos los monos y los gorilas.El novedoso hábito facilitó el aumentó en el volumen de su cerebro. Además, este primate pretencioso y echón, pudo caminar erguido, inventó armas y herramientas, desarrolló la agricultura, y pudo crear la más importante de todas sus elaboraciones: Pudo hablar, porque fue capaz de crear el lenguaje y desde allí emprendió su indetenible ruta al éxito evolutivo.Y todo, por comer sus alimentos debidamente cocidos.
Justo cuando el hombre coloca una nave exploradora en Marte, en la Venezuela Socialista estamos impedidos de cocinar nuestros alimentos como Dios manda. Nos preguntamos entonces, qué fue lo que sucedió con un combustible barato y abundante,que existía disponible y sin limitaciones en un país de una amplísima vocación petrolera. El gas hoy día –inexplicablemente escasea- y no da señales de vida. Cómo en un país con las reservas probadas de gas más abundantes del planeta, estimadas en 202 billones de pies cúbicos,el ciudadano debe enfrentar esa sequía de combustible gaseoso y cocinar sus alimentos como el más pobre de los mortales de la áfrica subsahariana.
En una protesta de esas que se replican a diario, justo en el Puente de Macuto, traté de dialogar con el más activo y agresivo promotor de la tranca. No entendió las razones de todos los afectados por la incómoda situación, y se negó con el apoyo de la enardecida comunidad, a ceder el paso a algunas personas en emergencia, que así lo demandaron. El vociferante lucía una franela con los ojitos del que te conté, muy lavada y esmirriada, por cierto. Supongo yo, porque no abundan en los días que corren, la sensatez, el agua, ni el jabón, probablemente espantados ante tanto dislate revolucionario.
Ese era su uniforme de campaña, porque el hombre intentaba alcanzar -sin mucho éxito- un aire marcial y convincente. Su gesto revelaba que la protesta demandaba también de alguna mínima coordinación política y él estaba allí para garantizarlo. Insisto yo en lo del uniforme, porque es harto conocido que, en ese populismo primitivo y chambón, coexiste una fascinación religiosa por lo militar y por lo marcial. Para poder alcanzar ese clímax revolucionario, su testa estaba coronaba con una gorra tricolor y el inefable logotipo del 4F. Para él, quién masticaba cada palabra cuando me respondía, la culpa de todo este desmadre del gas la tenía una sola persona: Lorenzo Mendoza acompañado por toda la oligarquía apátrida, de derecha y fascista.
No valió ningún argumento en contra ante su impermeable e inescrutable narrativa. Así que opté por retirarme con cautela y buscar refugio en casa de unos amigos que habitan en el mismo sector de la gran tranca. Cancelé los compromisos previstos en ese día y aguardé hasta que cediera el muy poco confortable incidente. Dije para mis adentros, tan fácil que es decir que no hay gas para las bombonas, porque el condenado producto viene asociado con el petróleo que se extrae de la tierra. Algo así como un empelotado de gas y petróleo que yace inerme en los yacimientos que se encuentran localizados bajo la superficie y en las plantas y refinerías, lo embazan en las bombonas. Todo el mundo debería saberlo suponía yo basado en mi apresurada conjetura.
Yacimientos por cierto que ya casi no producen nada. No hay gas porque no se produce petróleo en un “país petrolero” que va camino a dejar de serlo en forma acelerada. Además, no hay bombonas donde envasarlo, porque las plantas de la gran acería nacional de SIDOR, donde se producían las láminas para elaborarlas, están paralizadas y convertidas en un cementerio siderúrgico, totalmente desvencijado; en la depauperada zona de Guayana. El chisme dice también que nos hacen falta por lo menos unos dos millones de bombonas para envasar el gas que no existe, porque no hay como fabricarlas.
Así pues, que ni Lorenzo Mendoza, ni la oligarquía apátrida, ni Trump son los responsables de ese desmadre cotidiano. Son los incapaces vestidos de rojo que destruyeron a PDVSA y a las empresas básicas de Guayana, convirtiendo dos emporios industriales –industrias por cierto con rango mundial- en unas inmensas chiveras de pura chatarra irrecuperable. Lo único que allí se produce, es esa pastosa e indigesta verborrea nacionalista que trata de convencernos que somos un país potencia, pero que no puede cocinar como se debe, sus escasos alimentos.
En cualquier manual de información básica sobre la explotación petrolera se nos dice que el propano (ese que escasea y que motiva todo este rifirrafe) se extrae del gas más rico, es decir, del gas asociado a la producción de petróleo. Si la producción de petróleo disminuye, también lo hará la producción de gas. En nuestro querido y maltratado país, aún sobrevive una solvente infraestructura para extraer el gas rico en los yacimientos del fondo del Lago de Maracaibo. También lo hacíamos en el Oriente de nuestra vulnerada geografía, pero hay que saber que el lago de Maracaibo la producción ha caído tanto, que ya no se extrae el gas rico asociado, y hasta el 2008, se extraía el propano, en las plantas de LGN del Tablazo.
Esas plantas se apagaron al no haber suficiente gas. Hoy día el propano se debe importar para la petroquímica y para las bombonas. Se paga en costosos dólares y la bombona de 10 kilógramos se vende en 50 Bolívares devaluados, pero el bachaqueo revolucionario, dicta otra norma. Hay sitios de Venezuela donde la bombona se cotiza hasta en mil soberanos o nada. Mientras más se agudice la crisis, tampoco se podrá importar un propano subsidiado, que se debemos pagar con unos dólares que tampoco abundan como antes. Todo porque unos avispados se los llevaron para Andorra y otros paraísos fiscales. Sino lo crees, pregúntale al tuerto Andrade.
En el Oriente, en los campos del norte de Monagas, la producción ha decaído a menos de la mitad. Esto también ha generado un particular fenómeno, que no es otra cosa que hemos perdido toda la riqueza del gas. Ahora, para decirlo en cristiano, el gas asociado viene con menos propano y no hay cama para tanta gente. Otro factor relevante en este delicado asunto, es que todos los líquidos de gas natural le pertenecen a la nación. Algo así como si usted fuese ganadero y al comparecer ante los mataderos, se ve obligado a entregar -sin chistar- el lomito optimo a los señores del gobierno.
Bueno ya sucedió con el gas y ahora acontece igual con la carne, y si no lo cree solo espere lo que sucederá con los 21 mataderos expropiados. Obvio que toda esta trama hace más responsable al gobierno de la escasez de propano, y muy pronto veremos trancas similares, exigiendo la carne para la parrilla del domingo. Así que el problema viene determinado por la prolongada declinación en la producción petrolera en el occidente del país, por la pérdida de riqueza del gas en la actividad del oriente venezolano, por el monopolio del Estado en los hidrocarburos líquidos y por la incapacidad operativa y gerencial de esa cosa que llamaron la PDVSA Roja Rojita.
Agregue usted los bajísimos precios del gas propano aun siendo importado. No olvidemos que las cosas buenas y baratas en este país, al ser subsidiadas, son controladas y exportadas por mafias que controlan el paso por las fronteras. Sucede con la gasolina y también con el gas. ¿Entonces porque no hay gas? Porque no supieron gerenciar a PDVSA y quebraron todo lo que controlaron. Que este gobierno al expropiar las empresas de GLP, dejo toda su distribución en manos de los concejos comunales, la GNB, la PDVSA Comunal, el Club de Toby y cuando rolo e vivo apareció por allí para guisar en un asunto muy rentable. Ahora PDVSA es de todos, de todos los guisadores.
¿Porque el estado mayor de la revolución no dice ante la opinión publica la única verdad posible acerca de la extinción del gas combustible? Una vez concluido este trámite, decretan la misión MI PALO Justo Tricolor. Un nuevo esfuerzo oficial que se encargue de manejar todo lo referente a la explotación y distribución de la leña necesaria para cocinar sin mayores trabas de ahora en adelante. Claro está, que resultaría la mejor forma de quedarnos sin bosques en Venezuela a la vuelta de pocos años, y así de esta manera, tendríamos otros problemas de que ocuparnos. Pero por favor, por lo pronto tan solo limítense a decir toda la verdad. Ustedes, los señores del gobierno, son los únicos responsables de que no haya gas suficiente y que la Guarimba que tanto odian, ahora sea el arma favorita del pueblo al que tanto engorro le dan.
PD. Durante toda esta semana en mi edificio no hemos podido cocinar como se debe pues el gas se acabó, y no hay forma de saber cuándo será restituido el servicio. Los vecinos estamos organizando nuestra primera tranca y una vaca en dólares para ver como es el tumbao y quien es el muñeco de la ciudad. En todo caso que les quede claro, somos hampa seria y alérgicos al humo de la leña. Vamos con todo.