Para recordar: “Y otorgaré autoridad a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio” (Apocalipsis 11:3)
No hace falta ser graduado en Pedagogía social como los profesores: William Amaro G., Rodolfo Gutiérrez o Genoveva Amaro; o historiadores de la talla de Eduardo Blanco, Lucila Luciani de Pérez Díaz, Guillermo Morón, para hablar de Venezuela o de la Revolución francesa.
La historia manifiesta que tal revolución duró unos diez años (1789–1799). No obstante los historiadores lo ven como un conflicto social y político (con consecuencias a posteriori). Pero para tener la óptica completa, ha de estudiarse con la Biblia “en la mano”, entender el Apocalipsis, especialmente el capítulo 11, donde Francia se muestra, se “retrata”, en tantos símbolos descritos en tal capítulo.
Bien señala Doukhan, Jacques (2.008): “La influencia de la Revolución Francesa se extiende más allá de sus fronteras religiosas en el espíritu del humanismo anticlerical”, que se tradujo como la oposición a la iglesia católica. (Libro: Secretos del Apocalipsis, p. 89).
Mostrar la relación de Venezuela y la Revolución Francesa, en tan corto espacio, no es fácil. Sin embargo, les animamos a buscar, por Internet, el libro “El Conflicto de los Siglos”, en su capítulo 16, donde encontrará una completa explicación de este tema.
Cuando se habla de los dos testigos, algunos lo relacionan con Moisés (pasado) y Elías (futuro), pero va mucho más allá y se refiere al Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia. Tampoco olvidemos que en profecía, un día equivale a un año (Ezequiel 4:6).
Según texto inicial, en Apocalipsis 11:3, los “dos testigos profetizarían, vestidos de cilicio (pisoteados, maltratados)” por 1.260 días (años proféticos). En Apocalipsis 11:2, señala que lo harían 42 meses y si lo multiplicamos por 30, nos da 1.260 años; en el verso 11, dice: “después de 3 días y medio”, que en profecía representan 3 años y medio (1año, 2años, ½ año y llevado a días proféticos serían: 360+720+180 (años) = 1.260 años).
Francia cumplió el final de la profecía, del dominio papal, por 1260 años, el cual se había iniciado en el 538 d.C. (cuando Roma destruye a los ostrogodos) y si sumamos ambos número, nos lleva a 1.798 d.C., fecha cuando el general Berthier encierra al papa Pio VI, Giovanni Angélico Braschi, y murió encerrado en 1799.
También Francia, rechazó la Biblia (a los dos testigos); rechazó a Cristo, como Salvador del mundo, Dios “despareció de su historia” y tras ello, se sumergió en la más densa oscuridad social, política y religiosa. En aquella revolución, unos pocos ricos se adueñaron de Francia y los pobres y la muerte inundaron las ciudades.
En ese sentido, Elena de White, habló de la huida de los seguidores del evangelio, entre ellos los “Hugonotes” (antes perseguidos y asesinados, en Francia, en el año 1572, en la matanza de Bartolomé), y en la época de la revolución francesa, sus descendientes se llevaron consigo “la inteligencia, las artes, la industria, los cuales enriquecieron a otros países con sus dones…”; se abandonó el campo y por espacio de 300 años, de no haber ocurrido esta revolución, Francia se hubiese convertido en “Toda una nación modelo”. (CS, p. 321). Si algo se parece a Venezuela, es pura coincidencia.
Al final, no triunfó el ateísmo liderado por el incrédulo Voltaire y sus seguidores quienes se equivocaron. En su lugar, “los dos testigos”, La Biblia, se ha propagado más que ningún otro libro en el mundo.
Tan solo esperamos que en Venezuela Dios nos sea “apagado”, porque, aunque ya ha ocurrido una diáspora, muertes, debacle económica, y otros males, acá triunfe el evangelio divino y este país cambie totalmente para el bien de la humanidad.
