Luis Almagro, el secretario general de la OEA, afirmó mediante un artículo publicado este viernes 16 de noviembre en el The Washington Post, que si la Corte Penal Internacional (CPI) actuara como le corresponde, podría “tener un impacto positivo para millones de personas que han huido del hambre y la enfermedad, y para los que han sido objeto de persecución política y tortura en Venezuela”.
En el artículo, Almagro señaló: “La realidad es que para las víctimas, la CPI no significa mucho. Al menos no todavía. Debemos cambiar eso. Quienes trabajamos en instituciones internacionales conocemos los desafíos burocráticos y concretos que existen para hacer cumplir la jurisdicción universal del derecho internacional de los derechos humanos, pero debemos trabajar para que las instituciones internacionales sean más relevantes para las personas, especialmente para las víctimas de actos inhumanos por los cuales se crearon estas instituciones en primer lugar”.
Así mismo, Almagro aseguró que los criterios que ha estado utilizando la CPI para comenzar investigaciones “son cada vez más políticos”.
Con respecto a Venezuela, Almagro aseveró que “el pueblo venezolano necesita ayuda del exterior y la CPI debe ser una fuerza externa que cambie la trayectoria de la dictadura venezolana. Específicamente, la fiscal Fatou Bensouda debe actuar para llevar la justicia a Venezuela. El Estatuto de Roma, del cual Venezuela es un Estado parte, otorga a la corte jurisdicción para procesar los crímenes de lesa humanidad, que incluyen tortura, asesinato, violación y desapariciones forzadas”.
Finalmente, el secretario general de la OEA indicó que es momento de abrir una investigación: “Se debe abrir una investigación ahora, como lo fue en el caso del presidente sudanés Omar al-Bashir, para quien la CPI ha emitido dos órdenes de arresto. Si no se ejerce ninguna fuerza externa, el status quo continuará. Y el régimen de Maduro continuará cometiendo crímenes de lesa humanidad, sometiendo a manifestantes de la oposición como Ivonne Echenagusia Guzmán a descargas eléctricas, golpeándolos con palos nocturnos, patadas y puños y quemándolos con cigarrillos. Y seguirá apelmazando a jóvenes como Marco Coello, de 18 años, con gasolina, amenazando con quemarlo o fracturando el cráneo de otros como Jorge León, golpeándolo con culatas de rifle y cascos. Más peligrosamente, continuará disfrutando de la impunidad mientras el mundo permanece inactivo”.