“Si quieres miel no des puntapiés a la colmena.”
Proverbio americano.
El desastre en el cual se encuentra la “Tierra Mágica” conocida con el nombre de Venezuela; la Patria Inmensa que parió a los libertadores del mundo; a técnicos, profesionales y obreros que por su calidad, esfuerzo, tesón y perseverancia han sido reconocidos en todas las latitudes donde han ido; el santuario que cobija un ecosistema ideal entre todos los ecosistemas del globo terráqueo; el espacio bendecido por Dios al otorgarle incuantificables riquezas y, más allá, el territorio que alberga a un sistema social que era ejemplo para todos los habitantes del planeta… ¡Es inaceptable!
Por tanto, me permito hacer un llamado a las fuerzas vivas de éste mi querido país, para que de manera perentoria, dejemos la retorica nos irgamos monolíticamente, bajo un mismo criterio, ideología o concepto y emprendamos de una vez por todas la recuperación económica, social, ecológica y política emulando a la parábola del Ave Fénix para resurgir de nuestras propias cenizas.
Para ello debemos tener coherencia entre el verbo y la acción; compromiso entre y con nosotros mismos y lealtad a nuestros tradicionales principios y valores,es fundamental para el logro de los objetivos.
Sobre el compromiso decía Mandela:
“Ser libre no es meramente soltarse las cadenas, sino vivir de una manera en la que se respete y se amplíe la libertad de los otros”.
El sistema que se nos ha querido imponer se ha burlado constante y continuamente de los ciudadanos convocándonos a asambleas, foros, talleres, mesas de trabajo y hasta para unas reuniones que llamaron cadenas de reflexión, y así tratar los problemas que demuelen la nación y sólo han servido para legitimar conclusiones y acciones determinadas con anterioridad, pero ha sido la metodología impuesta para hacer creer, a sus seguidores, que la soberanía esta en el pueblo.
Es aquí donde hago un llamado a reflexión al sector democrático que ha tratado de parar la vorágine que nos devora. Todos estos instrumentos participativos son idóneos para situaciones normales dentro de un sistema democrático donde se respeten las resultantes de los eventos y, aun así, estimo que, en tiempo, no debería haber diferencia entre la los eventos y la acción. Siento que el país, en su silencio, lo clama a gritos.
La ciudadanía debe estar consciente de que el origen de los problemas que destruyen la república es político, y los líderes, políticos, tienen la extrema responsabilidad de hacer valer su liderazgo, con objetividad, sapiencia, valentía, prudencia y la mayor lealtad con la ciudadanía que representan.
Porque… “para verdades el tiempo.”
Considero que no soy la persona más adecuada para estar dando consejos y menos directrices al respecto, jamás he pertenecido a algún partido político, es tan sólo un llamado a reflexión, tal vez resultado de las lucubraciones producidas por veinte años de una catástrofe que a cada momento se hace mayor.
Por el bien de Venezuela, recabemos la información, actualicemos las propuestas hechas por organizaciones de reconocida trayectoria y recopilemos las pruebas para sustanciar los expedientes, jerarquizarlos y acudir a las instancias jurídicas nacionales e internacionales.
“La confianza se gana, el respeto se da… La lealtad se demuestra.”
Reconciliemos al país a través de la justicia honesta que respete el Estamento Legal venezolano e internacional.
¡Es el camino de la paz!