#TransparenciaVenezuela EL IMPULSO, una desaparición forzosa

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Aquel “Diario de Intereses Generales”, como indicaba entonces en su primera página, abría operaciones en Carora con el lenguaje modernista propio de finales del siglo XIX y principios del XX. “Bajo el doble y halagüeño auspicio de la paz que se afianza y un año que se inicia, damos nosotros comienzo a la vida del periodismo diario en este heroico e importante Distrito… La paz que sienta, pues, su imperio de bienandanza, y el provenir que rompe diáfano y puro…”.

Pero el 10 de febrero de 2018 las rotativas de El Impulso se apagaron y no se han vuelto a encender.

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“Hasta el último minuto creímos que el milagro podría ocurrir, que alguien nos diría que una vez más se postergaba el cierre. Habíamos pasado muchas cosas y siempre lo lográbamos buscando mil formas de rendir el papel”, cuenta Lizzie Suárez, diseñadora gráfica que llegó hace 23 años a diagramar avisos y hoy se desempeña en la página web.

“Todo lo que sé lo he aprendido aquí. Fue muy doloroso ver apagar las rotativas; un duro golpe a la libertad de expresión y de prensa -relata Juan Diego Vílchez. Hicimos el editorial y fue una edición muy pensada sobre cómo el gobierno viola derechos y libertades. Bajé a ver la historia, a las 11.30 ya el periódico estaba listo por el poco tiraje. Ese día estuvimos como hasta las 12 de la noche despidiéndolo, y me tocó cerrarlo…”.

Jefe de redacción, Juan Diego Vílchez llegó hace 13 años al diario y hoy cuenta apenas 33, de modo que toda su vida profesional ha transcurrido en El Impulso. Allí comenzó como fotógrafo, luego fue fotógrafo editor, fotógrafo redactor, coordinador editor, coordinador de suplementos especiales y coordinador de la redacción hasta llegar a la posición que hoy ocupa.

“Ese día todos caímos en llanto»

Gisela Carmona es la gerente de mercado, bisnieta del fundador Federico Carmona, hija de Gustavo Carmona (director durante 30 años en un segundo momento del diario), y prima de los actuales director y presidente, Juan Manuel y Carlos Eduardo Carmona. Para ella no hay separación alguna entre su vida y El Impulso, empresa familiar de capital íntegramente nacional. Desde muy joven su padre la involucró en el diario.

Formalmente se incorporó en 1984, pero a partir de los 15 años, sus vacaciones transcurrieron haciendo pasantías en el periódico y produciendo los programas de radio de su papá, quien, en su criterio, hoy sería un verdadero “multitasking” en todas las plataformas.

Con voz quebrada recuerda: “Ese día todos caímos en llanto. Estamos hablando de gente que tiene acá la vida entera, hay trabajadores que tienen 56 años conmigo, y pensamos que se estaba hundiendo el barco, la gente no creía que fuese posible el cierre, pero ya habíamos tocado todas las puertas. Les decíamos que aquí estaban las puertas abiertas, les deseamos éxitos. Se les ofreció una cajita feliz a los trabajadores para que no salieran tan mal después de tener tantos años aquí, y la mayoría se fue por la vía de la renuncia”.

El 10 de febrero fue aciago también para otras personas vinculadas al diario. Yelitza Medina distribuidora del diario, como Gisela Carmona, casi no recuerda su vida sin El Impulso. La relación surgió porque su papá, Domingo Guzmán Medina, era distribuidor del periódico para toda la zona del centro de Barquisimeto, cuando el diario estaba en la carrera 23 entre calles 26 y 27. Desde los ocho años estaba haciendo rutas con su papá, quien le enseñó a hacer los “paqueticos” para lanzarlos en las quintas de Santa Elena, donde se recibía por suscripción.

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